viernes, 3 de enero de 2020

Después de Bolivia, Navarra



Hughes
Abc

La estabilidad de las doscientas familias de guardias civiles en Navarra pende de un hilo de cometa que ha soltado el PNV hablando en nombre de su Polonia.

Dice poco del país (España) que la Guardia Civil, con lo que ha pasado, se vea sometida a esto. Marlaska aseguró al Cuerpo que no ocurriría, pero ¿qué pueden valer las palabras de un ministro de Sánchez?
Cuando todavía no ha explicado su responsabilidad en el escándalo de la Embajada mexicana en Bolivia, se enfrenta ahora a voces que piden su dimisión por mentir a los guardias civiles.

Grande-Marlaska es una gran decepción de la derecha y precisamente porque el mismo Marlaska que gustaba al PP ya no gusta al PP habría que salirse del eje sociata-pepero en el que llevamos años perdiéndonos.

Marlaska es un mero ejecutor uncido al carromato de buhonero de Sánchez y se defiende culpando a Aznar (gran habilitador de antecedentes para la izquierda) como si no hubiera acuerdos previos del PSOE. Pero es ese ping pong inútil lo que hay que superar. ¡Insoportable cabeceo de burro con anteojeras!

La realidad es una inercia superior, una ley gravitatoria mayor: ¿hacia qué lado gira la Constitución?

Que doscientas familias de la Guardia Civil, después de lo pasado por ese Cuerpo, se vean sometidas a la humillación de una salida de urgencia exigida por el PNV habla de una carencia de algo en las entrañas del país.
Por otro lado, la reivindicación competencial navarra viene de mucho tiempo atrás (comicidad de lo foral: viene incluso de antes del tráfico) y fue preacordada por tirios y troyanos (Aznar cedió las competencias a Cataluña). Así que hay razones del sistema y poderosas fuerzas actuantes. ¡A esto no se llega solo marlasqueando! Sánchez no es hacedor, Sánchez es encargado.

El Estado seguirá siendo el que gestione el tráfico en Navarra, pero no es lo mismo un cuerpo nacional y benemérito que uno regional. Y ahí topamos con la madre del Cordero. Estado hay y habrá, pero ocupado por partidos y castas locales que lo cuartean. Lo de Navarra es otro ejemplo más del Estado desalojando lo nacional. Y esto podemos personificarlo -no niego que un poco abusivamente- en las 200 familias que se tendrán que replantear su vida. Los que sean de allí no podrán seguir siendo lo que son y los de fuera tendrán que tomar el camino de vuelta.