jueves, 4 de julio de 2013

El rey del pollastre




Hughes
 Abc

Un pueblo que pretende liberarse a los sones de Lluís Llach merece un respeto. Es como recuperar Puerto Rico cambiando a Beyoncé por Perales en el descanso de La SuperBowl.

TV3 (el ente más ente) retransmitió el Concert per a la Llibertat, a la que tienen pregonada todo el tiempo.

 Si uno se fija bien, los que se llenan la boca de libertad no piden libertad, sino dejar de pagar impuestos.

Paradójicamente, la Independencia es muy poco sexy. El público tenía el inconfundible aspecto de regentar una papelería de barrio. Bibliotecarias que sueñan con el torso desnudo de Mas mientras se anexiona Oropesa (el acento murciano es el límite de su imperialismo).
 
Nos queda el consuelo de que también ellos tienen actores que sufrir (Joel Joan, por ejemplo, camino de ser el Paco Valladares de las cuatro barras) y quizás el peor rock que haya dado Occidente. Además, mucho envalentonamiento poético fatigoso, infecto y versolibrista.
Verso a verso hasta que apareció Paco Ibáñez y guitarra, momento en que hubo una desbandada a por cervezas.

Hubo una sardana masiva y unos castellers emocionantes, aunque la perfección del Castell reivindicativo llegará cuando en lugar del niño trepador sea Oriol Junqueras el que se encarame a coronarlo. ¡Un castell coronado por Oriol Junqueras sería el éxtasis y la independencia automática!
 
Para rematar el folclore, el habitual mosaico del Nou Camp, que esa es la idea de referéndum del nacionalista: un político preguntando por megafonía y todas las cartulinas del Nou Camp diciendo un inmenso «sí, vull». Después apareció Lluís Llach con un gorro calado muy veraniego que es como su penitencia y protagonizó el no va más de un cantautor: cantarse a capella.

Tras la autocapella de Lluís Llach la noche sólo podía ir a peor si aparecía Ramoncín versionando a Lluís Llach (¿habrá devolución de visita? ¿Llach versionando Marica de Terciopelo?). No sabía don Ramón o no quería saber que gran parte de los allí presentes estaban pidiendo la independencia huyendo del propio Ramoncín.