lunes, 8 de julio de 2013

Daimiel al paso

 Zampullín

 Asamblea de familias

 El malvasía

Esplendor lacustre
 

Francisco Javier Gómez Izquierdo

Hará poco mas de un mes tuve la tentación de acercarme a las tablas de Daimiel, por ver cómo las habían guapeado  las lluvias, pero se ve que la cosa se me ocurrió uno de esos fines de semana que junta muchedumbres con la misma idea. Fui sin familia ni acompañamiento. Solo. Estuve un ratito esquivando humanidad de todas las provincias y opté por escapar del barullo en busca de un oasis del que me había hablado Paco, la paz del campo, y del que no voy a dar el nombre para que permanezca como está. El lugar pilla cerca del parque de las tablas, pero no tiene gente y allí las familias anátidas se muestran al hombre como el hombre sueña verlas en las tablas.
      
Hoy, día de San Fermín y a cuarentaytantos en Córdoba, veo caer un gorrión “relocho” al balcón de mi piso y no sé por qué me he acordado de aquel paraíso secreto de Paco, el hombre que más Naturaleza me ha enseñado. Las fotos tienen dos meses escasos y son de cerca de Daimiel. No de las tablas.