lunes, 7 de noviembre de 2011

La lámpara de Sahin

Mediodía en el Bernabéu

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

El Madrid a las doce.

La última vez que estuve en el fútbol a esa hora fue en Puebla, cuando el Mundial de México (la España de Muñoz contra alguien), y aún me duele la vista del resol que me produjeron los muslos pimpantes al linimento Sloan de Ramón María Calderé, un descubrimiento del revolucionario Terry Venables en la cantera del Barça, cuando La Massía todavía no llevaba nombre de tuerto.

Si el gato caza ratones es porque cree que hace daño al dueño, y me da que Roures, ese basilisco de la lucha de clases, pone al Madrid a jugar a las doce porque cree que en Madrid todavía se trasnocha como en Hollywood, sin darse cuenta de que la ruina provocada por el gobierno de los suyos tiene a los madrileños, como al resto de los españoles, madrugando (¡madrugando como en Burgos!) para estar más tiempo sin hacer nada.

Con este equipo, el Bernabéu se llena un domingo al mediodía como se llenaría un lunes a las once de la mañana, que era la hora del bocadillo cuando la gente tenía trabajo.

Gente. Mucha gente en el Bernabéu. ¿De dónde saldrá tanto madridista, si las “israelitas” del “As” indican que todos los españoles son culés?

Nosotros, desde luego, somos culés, pero venimos aquí para defender el señorío del Madrid animando al Osasuna –oigo decir a unos caballeros interrogados en el torno por un encuestador.

Qué pena, que hayamos de conformarnos con el fútbol de Maguregui que hace Mourinho cuando en La Catedral tienen hoy el espectáculo floral de Bielsa y Pep, los Pimpinela de “¿Dónde están los hombres?”

No creas lo que ves / no se puede confiar

Sol radiante. Casillas insiste en el amarillo (ya puestos, que sea una sotana), y como el balón es del mismo color, cuando saca es Piolín soltando pompas de jabón que estallan en la cabeza de Puñal.

Por delante, languidece Özil, al que sólo le falta toser para ser esa dama de las camelias que “ozilea” porque sabe que se esfumará con el otoño.

Pero este Madrid es un equipo fantástico que avanza sobre el adversario como los elefantes de “El libro de la selva”. El Osasuna parecía el Guardiola encadenado de la publicidad. ¿Con qué herramientas se carga uno a un equipo así?

Las herramientas que Pep emplea son contraculturales y revolucionarias –explica Bielsa.

O sea, Messi, el chiquirritín de villancico que confiesa conmoverse ante una camiseta del Che.

Mourinho, en cambio, ha de tirar de una herramienta más cultural y reaccionaria, Ronaldo, que ofreció al público una Bota de Oro (goles, no votos) y dos cabezazos de chulazo.

Con ese cuerpo, ya podrá.

Y de pronto, con andares de tacón cubano, como otro Cannavaro, Sahin.

Loco todo el mundo por darle un rebaje a Alonso, cuatro meses llevaba el madridismo frotando la lámpara para ver salir al genio de Sahin, un jugador mágico con el que Mourinho ha de hacer en la línea media (y en la terminología de Spengler) una juvenil raza fáustica, dispuesta a dominar...

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“HORROR VACUI”
Las barbudas de la lapidación de “La vida de Brian” gritan porque Mou ha dicho “¡Jehová!”, que es como decir que el Bernabéu, si no fuera por el jolgorio de detrás de las porterías (“Hola, Fondo Norte”, “Hola Fondo Sur”), parecería vacío. ¡Qué horror, qué horror! (“Horror vacui!”). Camba mataba sus domingos londinenses en un bar y rezaba para que se cayera una bandeja… ¡y pasara algo! De ese hábito viene el público del Bernabéu, donde ayer cayeron siete bandejas como siete goles. Todo se andará.
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