martes, 9 de octubre de 2012

El fútbol como suripanta

La barrera del Madrid comiéndose a lo Míchel la falta inexistente de Alonso a Messi,
 que trampeó el lugar de la "infracción"

Francisco Javier Gómez Izquierdo

Uno fue educado desde la niñez en las obligaciones familiares, en el cariño a la aldea y en la responsabilidad de pertenecer a una nación. Los años atemperan el espíritu y gradúan la voluntad, pero la educación -que no significa necesariamente conocimientos- de los 60 y 70, se ha resistido a abandonar a los forjados en la austeridad.

      La educación es cuestión muy delicada que no puede ser confiada a gentes egoístas y de contrastada brutalidad, pero en más ocasiones de lo que España puede soportar los vigías de la prosperidad se han abandonado a la molicie de esa legión de ventajistas que prostituyen la democracia para ejercer su dictadura, permitiendo el adoctrinamiento de la juventud y la infancia en enfermedades decimonónicas ya superadas por los pueblos civilizados. Las consecuencias de tamaña dejadez administrativa se vieron ayer en el Camp Nou, un templo del fútbol mundial reconvertido en juguete de unos pocos pastores avarientos que sin amor por sus ovejas juntan churras con merinas ante el estupor del mundo, incrédulo ante tanta ignorancia.

     Un tal Rosell conquistó una novia a la que permite acostarse con cualquiera -tanto da el vecino pijo como  el perroflauta marijuanero- sin reparar en las consecuencias que pueden traerle los muchos deudos que de la su novia son.

      Ayer, un rebaño mal instruido sacó a pasear ese carácter cainita tan español de antiguos siglos...,  durante un ratito, sobando una estrellita ora roja ora azul, para pararse al punto ante los héroes que de verdad brillan. Ese rebaño tuvo la suerte de contemplar al mejor fútbol del mundo en su aldeíta y fue cosa de admirar el golazo de falta del argentino Messi, el repentino relámpago de videojuego que el alemán Özil soltó al Cristiano portugués, la insegura provisionalidad del brasileño Adriano, y en fin... la preciosa espectacularidad de la que disfrutamos los yonquis del fútbol, que en un Barça-Madrid alcanza un éxtasis incomparable y de la que ya han soltado ríos de adjetivos los que dicen saber del tema.


   No vi el partidazo que muchos cantan, pero cuando el resultado es incierto, el fútbol es emoción, y no me negarán que noventa minutos emocionantes son minutos muy bien empleados y hartos de agradecer.
    
Dicen las malas lenguas y los chirigoteros de Cádiz que los rabadanes de la independencia catalana presentes en  el Camp Nou no repararon en el fútbol, buscando entre la masa a los infiltrados españoles. Mi amigo Pedro, de la peña culé de El Carpio, cordobés y fanático del Barça, estuvo allí y ha vuelto un poco mosqueado:

     -Al cuarto de hora se pusieron a cantar unos pocos. Yo me lié a chiflidos y a unos catalanes que había a mi vera les dije que por este camino no les iba a querer nadie. El Barça es más que Cataluña y los catalanes. Al Barça lo hizo grande Kubala, Kocsis, Cruyff, Maradona, Stoichkov, y ahora Messi... ¿O no? El Rossell éste se ha vendido a la política y va a pudrir al Barça...

    Mi amigo Pedro está que trina y más después del divorcio...

    -Al Barça no lo cambio por ná...