Nos reunimos en Madrid y quiero contaros la historia porque además de ser divertida, es un perfecto ejemplo de por qué el mundo de hoy es incompatible con el mundo antiguo al que pertenecen las editoriales y donde (para bien o para mal) van a quedarse.
Nos reunimos en el Café del Espejo, Paseo de Recoletos. El local estaba vacío así que cogí la mesa junto al cristal que da a la calle. Lo único que sabía era que querían publicar mi libro, y poco más, así que estaba llena de expectativas. Pedí un agua con gas mientras esperaba a la editora. Después de un rato llegó, se sentó, se presentó y me dijo: Bueno, cuéntame.
Nos reunimos en el Café del Espejo, Paseo de Recoletos. El local estaba vacío así que cogí la mesa junto al cristal que da a la calle. Lo único que sabía era que querían publicar mi libro, y poco más, así que estaba llena de expectativas. Pedí un agua con gas mientras esperaba a la editora. Después de un rato llegó, se sentó, se presentó y me dijo: Bueno, cuéntame.
Seguir leyendo: Click
Vía @lauritagarcia