miércoles, 29 de mayo de 2024

Novilletes de "desafío ganadero", entre Guadairas del búfalo y Torrehandillas de la huerta, para Lalo, Pepe Luis y Chicharro, que dejó ganas de verlo con toros. Márquez & Moore



Chicharro


JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ


La verdad es que hay que agradecer a Plaza1 en general y al veedor Florencio en particular la elección de esta novillada de Guadaira como perfecto prólogo al juampedrerío de mañana, para que podamos ir abriendo boca. Y hay que ampliar el agradecimiento especialmente porque han conseguido elegir con mucho tiento lo más blandurri, lo más bobo y lo más inane de lo que hubiera en los predios sevillanos u onubenses de donde hayan traído el ganado. Como es público y notorio la ganadería de Guadaira está inscrita en la Clasificación Nacional de Actividades Económicas (CNAE) en el epígrafe 0142, explotación de otro ganado bovino y búfalos, y ya decimos desde ahora mismo que lo de los búfalos aquí no cuela porque para embarcar esta corrida no hizo falta un camión, ni siquiera una camioneta de mudanzas: bastó con una lata de sardinas. Y luego, resulta que la corrida no pasa entera, que hay que remendar el encierro con uno de Torrehandilla cuyo epígrafe CNAE es el 4631, comercio al por mayor de frutas y hortalizas, así que lo primero que pusieron fue una berenjena y después resulta que ese uno son dos, porque hubo que devolver al segundo y sustituirlo por una lechuga iceberg, y después, que no hay dos sin tres, se echó al averno al cuarto que fue sustituido por una berza, así que la tarde se quedó en lo que se viene llamando comúnmente un «desafío ganadero» entre los Guadaira del búfalo y los Torrehandilla de la huerta, aunque en realidad esas sean dos maneras de decir «Jandilla».


El año pasado se vieron en Madrid dos novilladas de Guadaira que se lidiaron completas y en las que se pusieron de manifiesto ciertas dificultades, nada insalvables, por parte del ganado. Mejor en conjunto la de abril, de menor interés la de otoño, pero muy lejos de la debacle ganadera de esta cálida tarde de mayo en la que Pepe Luis Cirujeda no se las ha visto con ninguno de los que su apoderado firmó, Lalo de María uno sí y uno no y Alejandro Chicharro es el único que ha tenido enfrente a los dos Guadaira que ajustó en su día su pool de apoderados, los señores don Raúl de Tomás, don Jesús González y don Daniel Torres.


Con la mano en el corazón diremos que el año pasado, cuando se presentó en Las Ventas el nimeño Lalo de María, pensamos que no le volveríamos a ver anunciado en Madrid, y cuál será nuestra sorpresa cuando le vemos hoy aparecer de nuevo en San Isidro, de nuevo excelentemente vestido, esta vez de azul pavo y oro, y manteniendo a su lado a ese buen torero y excelente estoqueador que fue José Antonio Campuzano, de quien recordamos su confirmación de manos de Luis Miguel Dominguín, cuya estatua en actitud de parar un taxi adorna el exterior de la Plaza de Toros. Campuzano sirve para mejorar al que se halle a su lado, y si no que se lo pregunten al Roca Rey de Campuzano vs. el Roca Rey de Roberto Domínguez, y ésa sería la parte óptima de Lalo de María, que se ha arrimado a un excelente árbol para cobijarse. La parte más oscura del joven diestro serían sus patentes carencias en cuanto a la colocación, al concepto y al objetivo de su toreo, abundando en la tosquedad de sus maneras y su falta de oficio frente a un noblón toro de Guadaira, su primero, que es donde se pudo apreciar algo en sus formas. Su segundo atendía por Duro, número 6, y debía ser duro de corazón o de mollera porque el pobre semoviente no podía ni con la penca del rabo por lo que, tras la pañolada de don Víctor Oliver, el novillo partió hacia el chiquero de irás y no volverás para que pudiera tener su ratito de vida pública otro Torrehandilla llamado Encapuchado, número 36, un jabonero que parecía sacado de un estercolero, con el que no había manera de ilusionarse ni lo más mínimo entre las caídas del bicho, las ganas de irse y la generalizada incomodidad que venía de la falta de un mínimo celo o de un atisbo de casta. En lo favorable de Lalo pondremos también que no le tocaron ningún aviso, que eso ya empieza a ser noticiable.


Pepe Luis Cirugeda, de Algeciras, se vino a su presentación en Madrid también muy bien vestido con un bonito terno verde mayo (RAL 6017) y oro, sin esos espantosos cabos blancos que ahora casi todos se ponen. Su primer jarrón de agua helada fue la expulsión hacia la muerte solitaria de Zahareño, número 24, para ser sustituido por Enemigo, número 8, un castaño de Torrehandilla al que picó Adrián Majada con buen son y de cuya brega se encargó David Adalid, al que el algecireño recibe de rodillas en los medios donde le dejó dos por delante, dos por detrás y uno de pecho ya puesto en pie. Luego, como tantas veces ocurre, la faena erguida ya no tuvo la intensidad de los compases iniciales y entre la sosería del toro y la descolocación del torero no consiguieron que la cosa levantase el vuelo. Luego vino un sainete con el estoque, el ya clásico aviso y el no menos clásico bajonazo. Su segundo atendía por Limosnero, número, 11, otro Torrehandilla que más bien parecía hermano del verraco ibérico que se exhibe en la sala XIV del Museo Arqueológico Nacional, que lleva ahí con la cabeza gacha en actitud de embestir desde hace 10 años, sin que haya persona capaz de sacarle un pase. David Adalid dejó un soberbio segundo par y esto es todo lo que se puede decir, salvo reseñar la torpeza de Cirugeda con el estoque.


Cuando Alejandro Chicharro abrió la Puerta Grande de Madrid nosotros estábamos en San Agustín del Guadalix en lo de 3 Puyazos disfrutando, o sea que hoy llegábamos intactos a nuestro encuentro con este torero de Miarflores de la Sierra, que se vino a la Monumental de malva y oro, también sin cabitos blancos. Vaya por delante lo malo que, por no variar, fue la pareja de cabras mansas y bobas que sorteó y ahí casi se podría acabar lo malo porque todo lo demás fue interesante. La primera raspa, que se tapaba un poco por la cara, se llamó Pernocto, número 48. Jesús Vicente ni picó ni rompió y luego, en el segundo tercio, fue un gusto ver la esmerada brega de Raúl Ruiz y los pares de Juan Carlos Rey. Inicia Chicharro su labor a pies juntos y luego, en su continuación de pierna arqueada y a la media altura, nos trajo el aroma de la personalísima faena de David Galván del otro día. Después, por la izquierda, comenzó a desgranar su faena aprovechando ese pitón que era el bueno. Torea despegadillo pero con gran claridad de ideas, con gusto y con personalidad y abrocha unos excelentes pases de pecho. Improvisa un pase por detrás en una inesperada acometida del novillo, ligándolo en seguida con el resto de la serie, maneja la tela con soltura y se queda colocado. Alarga la faena con las estúpidas manoletinas para dar lugar a que sonase el aviso y tras un pinchazo cobra una estocada que tira al toro. Bien por el Presidente no cediendo a la petición de oreja, que hace posible una vuelta al ruedo clamorosa, dada con gran torería.


Su segundo fue Jaquetón, número 34, con el que Leiro hizo de garbanzo negro en la excelente cuadrilla que se trajo Chicharro. A resaltar la esmerada brega de Juan Carlos Rey para tratar de mantener al bicho en pie y en la Plaza. El novillo era una birria de presentación y más soso que un acuario lleno de mejillones, por lo que todo el trabajo le tocó a Cirujeda, que tuvo que poner lo suyo y lo del toro para redondear la tarde. Comenzó con dos estatuarios y después elaboró una faena muy madura y muy sólida, con gran claridad de ideas, pensando en la cara del toro y exprimiendo hasta el límite la basura que le había tocado en suerte. De nuevo muy bien al natural, de uno en uno buscando siempre la posición y, finalmente, una serie con la derecha para rematar su trasteo a más con uno soberbio de pecho. Luego, media arriba, aviso y dos descabellos. Deja una excelente impresión y ganas de volver a verle.


La Empresa que tan solícitamente nos dejó el mano a mano del otro día, el de Cayetano y Ginés Marín, ya tendría que estar moviendo sus hilos para programar un mano a mano inmediatamente tras la Feria entre Jarocho y Alejandro Chicharro, con ganado de más fuelle que este de hoy.


Entre la ilusión que nos dio Chicharro y la grata visita del aficionado A., que abandonó su puesto en la Andanada 8 para echar la tarde con nosotros, casi ni echamos cuentas de la gayumbada que nos habían colocado y de las dos horas y media que se prolongó el festejo.





Lalo



ANDREW MOORE













FIN