MARTIN MURPHY
Biógrafo
Alfredo Valenzuela
Abc de Sevilla
Estudioso de las relaciones británicas con Sevilla, Martin Murphy prepara la publicación en español de su biografía de José María Blanco White, que en breve llegará a las librerías de la mano de la editorial Renacimiento.
—¿Sevilla fue anglófila?
—En el siglo XIX los británicos se hicieron una reputación en Sevilla como filántropos industriales que ayudaban a desarrollar las infraestructuras urbanas. Pienso en Wetherell, Pickman, Cunningham y McAndrew. Encontrará muchos de sus nombres en el pequeño cementerio británico de San Jorge, a las afueras de San Jerónimo.
—¿El colegio inglés de San Gregorio fue fruto de esa anglofilia?
—El colegio fue construido en 1592, en el lugar donde está ahora la Residencia de Estudios Hispano-Americanos, en la calle Alfonso XII. Era una institución jesuita que preparaba a jóvenes católicos ingleses al sacerdocio y que volvían a su tierra protestante como misioneros clandestinos. En Sevilla eran considerados como futuros mártires, no «ingleses», sino «ángeles».
—¿Cuál es la principal enseñanza que los sevillanos deben sacar de Blanco White?
—No estoy seguro de que haya una sola lección que aprender de Blanco. Quizás Sevilla se inclina demasiado a la autoflagelación con lo de la «expulsión» de Blanco, pero él no fue desterrado por nadie. Él mismo se exilió y él mismo se describe como un español «auto-desterrado».
—Para los españoles, ¿cuándo se convirtieron los ingleses en gentleman?
—La imagen del caballero inglés en España es el legado de Richard Ford y otros estetas aristócratas que divulgaron este modo de ser en Andalucía. No creo que hoy se sintiesen cómodos en las barras y discotecas de Marbella y Torremolinos.
—¿Los españoles no se han llevado bien con la libertad?
—El término «liberal» entró en el vocabulario político británico a principios del siglo XIX, procedente de España. Para calificar a sus oponentes «liberales», los conservadores británicos de principios del siglo XIX usaban el término peyorativamente, para expresar que eran extremistas y exaltados, como los españoles.
—Se conserva una nota de Blanco pidiendo perdón a un rector inglés por su «vehemencia» al discutir...
—No podía evitar que su vehemencia española estallase en alguna ocasión. Particularmente le molestaban los predicadores de Oxford con sus engañosos sermones que buscaban atenuar las situaciones difíciles. Los comparaba con las «despenadoras», las ancianas de remotas aldeas andaluzas cuya tarea era poner a los moribundos a dormir. ¡Una antigua forma de lo que ahora llamamos eutanasia!
—Juan Goytisolo, pionero en reivindicar a Blanco White, se siente más libre en Marruecos que en España. ¿El de la libertad siempre es un asunto complejo?
—El exilio hace ver el país de origen con más objetividad y libertad de expresión pero tiene desventajas. En el exilio se pierde el contacto con los cambios de circunstancias y con los virajes en la opinión pública. Un exiliado tiene la libertad de criticar y soñar lo que podría ser la realidad, sin tener en cuenta lo que la realidad es.
—¿Qué le llevó a escribir una biografía de Blanco White?
—El mejor primer ministro de nuestra historia, William Gladstone, tras leer la autobiografía de Blanco, escribió que abarcaba casi todos los grandes problemas morales y espirituales que atañen a la condición humana.
—Usted define la Universidad en la época de Blanco como «un pequeño mundo ensimismado»- ¿Sigue así?
—El Oxford de hoy es más cosmopolita, más globalizado y mucho más ruidoso.
—Cernuda llegó a Londres para dos meses y se quedó nueve años, ¿hay similitud con Blanco?
—Sí, tanto Blanco como Cernuda llegaron a Inglaterra por accidente. Lo que tenían en común era un temperamento hipersensible, febril y volátil. Ambos estaban sujetos a repentinos cambios de humor. Pero Blanco, a diferencia de Cernuda, no era un esteta.
Abc de Sevilla
Estudioso de las relaciones británicas con Sevilla, Martin Murphy prepara la publicación en español de su biografía de José María Blanco White, que en breve llegará a las librerías de la mano de la editorial Renacimiento.
—¿Sevilla fue anglófila?
—En el siglo XIX los británicos se hicieron una reputación en Sevilla como filántropos industriales que ayudaban a desarrollar las infraestructuras urbanas. Pienso en Wetherell, Pickman, Cunningham y McAndrew. Encontrará muchos de sus nombres en el pequeño cementerio británico de San Jorge, a las afueras de San Jerónimo.
—¿El colegio inglés de San Gregorio fue fruto de esa anglofilia?
—El colegio fue construido en 1592, en el lugar donde está ahora la Residencia de Estudios Hispano-Americanos, en la calle Alfonso XII. Era una institución jesuita que preparaba a jóvenes católicos ingleses al sacerdocio y que volvían a su tierra protestante como misioneros clandestinos. En Sevilla eran considerados como futuros mártires, no «ingleses», sino «ángeles».
—¿Cuál es la principal enseñanza que los sevillanos deben sacar de Blanco White?
—No estoy seguro de que haya una sola lección que aprender de Blanco. Quizás Sevilla se inclina demasiado a la autoflagelación con lo de la «expulsión» de Blanco, pero él no fue desterrado por nadie. Él mismo se exilió y él mismo se describe como un español «auto-desterrado».
—Para los españoles, ¿cuándo se convirtieron los ingleses en gentleman?
—La imagen del caballero inglés en España es el legado de Richard Ford y otros estetas aristócratas que divulgaron este modo de ser en Andalucía. No creo que hoy se sintiesen cómodos en las barras y discotecas de Marbella y Torremolinos.
—¿Los españoles no se han llevado bien con la libertad?
—El término «liberal» entró en el vocabulario político británico a principios del siglo XIX, procedente de España. Para calificar a sus oponentes «liberales», los conservadores británicos de principios del siglo XIX usaban el término peyorativamente, para expresar que eran extremistas y exaltados, como los españoles.
—Se conserva una nota de Blanco pidiendo perdón a un rector inglés por su «vehemencia» al discutir...
—No podía evitar que su vehemencia española estallase en alguna ocasión. Particularmente le molestaban los predicadores de Oxford con sus engañosos sermones que buscaban atenuar las situaciones difíciles. Los comparaba con las «despenadoras», las ancianas de remotas aldeas andaluzas cuya tarea era poner a los moribundos a dormir. ¡Una antigua forma de lo que ahora llamamos eutanasia!
—Juan Goytisolo, pionero en reivindicar a Blanco White, se siente más libre en Marruecos que en España. ¿El de la libertad siempre es un asunto complejo?
—El exilio hace ver el país de origen con más objetividad y libertad de expresión pero tiene desventajas. En el exilio se pierde el contacto con los cambios de circunstancias y con los virajes en la opinión pública. Un exiliado tiene la libertad de criticar y soñar lo que podría ser la realidad, sin tener en cuenta lo que la realidad es.
—¿Qué le llevó a escribir una biografía de Blanco White?
—El mejor primer ministro de nuestra historia, William Gladstone, tras leer la autobiografía de Blanco, escribió que abarcaba casi todos los grandes problemas morales y espirituales que atañen a la condición humana.
—Usted define la Universidad en la época de Blanco como «un pequeño mundo ensimismado»- ¿Sigue así?
—El Oxford de hoy es más cosmopolita, más globalizado y mucho más ruidoso.
—Cernuda llegó a Londres para dos meses y se quedó nueve años, ¿hay similitud con Blanco?
—Sí, tanto Blanco como Cernuda llegaron a Inglaterra por accidente. Lo que tenían en común era un temperamento hipersensible, febril y volátil. Ambos estaban sujetos a repentinos cambios de humor. Pero Blanco, a diferencia de Cernuda, no era un esteta.