Las vírgenes necias en Santo Domingo de la Calzada
Santiago Navajas
Libertad Digital
Los mitos no hacen paradas, del mismo modo que no hay un Premio Nobel para el pensamiento supersticioso. Tenemos en España la suerte de contar con Mourinho, que es el mejor entrenador desde al menos Rinus Michels y Helenio Herrera (tan parecidos al portugués, por otra parte, en cuanto a genio, personalidad y capacidad de dar la vuelta a las reglas futbolísticas convertidas en dogmas). Pero también sufrimos la mala suerte de tener la prensa deportiva –salvo excepciones como Juanma Rodríguez– más inculta y hooligan de Europa. Si no fuera así, estos periodistas por accidente sabrían que Mourinho fue el responsable de la resurrección futbolística de Vitor Baía en el Oporto, o de haber llevado al Olimpo de los cuatro palos tanto a Petr Cech, en el Chelsea, como a Júlio César, en el Inter, con el mismo método que –si no hace caso a aduladores y cizañeros– hará que Casillas vuelva a ser el gran portero que fue.
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