Alfredo Valenzuela
Abc de Sevilla
Amigo íntimo de Picasso y Dalí, autor de «Las mujeres de Picasso» y «Picasso íntimo», ha publicado más de cien libros. Fue compañero de Cocteau y de Jean Cau, trató a Sartre y a Camus, conoció a Fidel Castro y al Che y es autor de una «Guía secreta de la Costa del Sol». Ahora sigue escribiendo...
—Picasso decía que había conocido mujer con catorce años, ¿no es un poco pronto?
—Nunca es pronto si la dicha es buena… El sexo es como la canción italiana: «No tengo edad para amarte…».
—¿Han contado con usted para la exposición sobre «Picasso y las mujeres»?
—No, no, no. No cuentan conmigo para nada. Para determinadas gentes que se hicieron dueñas de Picasso, Olano es muy molesto. A los únicos que no resulto molesto es a los dos hijos de Françoise Gilot, la única mujer que dejó a Picasso, una gran pintora y una gran mujer a la que Picasso no se mereció.
—¿Le han invitado alguna vez al Museo Picasso de Málaga?
—No, no, no. Fui yo, pero no me invitaron para nada. Málaga se portó mal con Picasso y yo lo he dicho. Él, sin embargo, siempre me preguntaba por Los Percheles y por la Costa del Sol.
—¿Tiene algún picasso?
—Sí, claro que tengo picassos, y no hay picasso menor. Son dibujos y alguna cerámica. Los voy a donar, y no al museo de Málaga ni al de París, sino al Museo Dalí, en Figueras. Dalí es el personaje más completo de la historia universal.
—¿Y algún dalí?
—Claro, tengo el único que hizo abstracto.
—¿Quién era más generoso, Picasso o Dalí?
—Los dos eran el colmo de la generosidad, aunque a Picasso se le atribuía una tacañería que no tenía. Picasso compraba pinceles todos los días y los guardaba bajo llave, cosa que también hacía con las coca-colas, pero eso era reflejo de cuando lo pasó tan mal y de cuando pasó hambre; de la época en que, en París, llegó a quemar dibujos suyos para prender una estufa con que calentarse. A los dos les gustaba que se hablara mal de ellos, y Dalí disfrutaba con lo de «Avida dollars».
—¿Y más celoso?
—Ninguno. Dalí era teatral y Picasso puro teatro. Picasso era como un niño y se inventaba los celos.
—¿Y quién era menos insoportable, Fidel o el Che?
—Eran insoportables los dos y lo sé porque los conocí en buen momento. El Che era más amable, y fue amigo mío. A Fidel lo hicieron comunista los americanos, que le ayudaron a hacer la revolución y luego le pusieron pegas.
—¿Y quién más llevadero, Sartre o Camus?
—Indudablemente Camus. Jean Cau, que fue secretario de Sartre, fue el mejor de los tres. En Sevilla debían hacerle un monumento, y ponerle una placa en todas las plazas de toros. A Sevilla iba siempre que podía, y es el que más hizo por los toros en España y en Francia.
—¿Los Alberti eran tan pesados como decía Picasso?
—Eran pesadísimos, entre otras cosas. Picasso los quería mucho pero, cuando salían de su casa, respiraba.
—¿A Picasso sólo le fatigaba el descanso?
—Es que no descansaba nunca y podía pasarse la noche entera pintando. Con vocación, uno no se cansa.
—¿Es cierto que Franco estaba dispuesto a recibir y exhibir el Guernica?
—Naturalmente. Franco se adelantó en todo. Dominguín le advirtió que no se trataba de un exiliado y Franco dispuso que adonde llegara se le recibiera con honores y no se le pidiera la documentación. Los desencuentros los provocan los tontos y los mediocres. Picasso fue amigo de José Antonio.
—¿El Guernica, como decía el pintor comunista Pepe Díaz, es en realidad una corrida de toros?
—Es que sólo es una corrida de toros inspirada en la muerte de Sánchez Mejías, y como le pidieron algo para la Exposición Universal, adaptó ese cuadro, y al Gobierno de la República no le gustó, se avergonzó y lo arrinconó. Picasso no salió de París en la ocupación porque los alemanes lo respetaron y protegieron.
—Si las mujeres son, al decir de Picasso, «máquinas de sufrir», ¿los hombres son máquinas de...?
—Máquinas de sufrir por las mujeres. Conocí personalmente a todas las mujeres de Picasso. Picasso me dijo un día que por qué le haría tantas cabronadas a las mujeres y yo le contesté que porque sería un cabrón.
—Picasso prohibió su libro «Picasso íntimo», pero usted lo publicó. ¿Siguieron siendo amigos?
—Fue porque incluí una foto en la que cogía del talle a Lucía Bosé, y Jacqueline se puso celosa. Le dije a Picasso que si tenía que elegir entre Lucía Bosé y él, prefería a Lucía. Pero seguimos siendo amigos, y él adoraba ese libro.
—¿Qué es lo más secreto que incluyó en la «Guía secreta de la Costa del Sol»?
—Fui pionero de la Costa del Sol porque íbamos Edgar Neville, Hohenlohe y el Marqués de Soriano y se nos estropeó el coche en la Costa del Sol, y nos quedamos y la descubrimos.
—¿Sigue frecuentándola?
—Ya no porque no hay ocasión, pero antes iba todos los veranos y estaba en el perejil de todas las salsas.
Abc de Sevilla
Amigo íntimo de Picasso y Dalí, autor de «Las mujeres de Picasso» y «Picasso íntimo», ha publicado más de cien libros. Fue compañero de Cocteau y de Jean Cau, trató a Sartre y a Camus, conoció a Fidel Castro y al Che y es autor de una «Guía secreta de la Costa del Sol». Ahora sigue escribiendo...
—Picasso decía que había conocido mujer con catorce años, ¿no es un poco pronto?
—Nunca es pronto si la dicha es buena… El sexo es como la canción italiana: «No tengo edad para amarte…».
—¿Han contado con usted para la exposición sobre «Picasso y las mujeres»?
—No, no, no. No cuentan conmigo para nada. Para determinadas gentes que se hicieron dueñas de Picasso, Olano es muy molesto. A los únicos que no resulto molesto es a los dos hijos de Françoise Gilot, la única mujer que dejó a Picasso, una gran pintora y una gran mujer a la que Picasso no se mereció.
—¿Le han invitado alguna vez al Museo Picasso de Málaga?
—No, no, no. Fui yo, pero no me invitaron para nada. Málaga se portó mal con Picasso y yo lo he dicho. Él, sin embargo, siempre me preguntaba por Los Percheles y por la Costa del Sol.
—¿Tiene algún picasso?
—Sí, claro que tengo picassos, y no hay picasso menor. Son dibujos y alguna cerámica. Los voy a donar, y no al museo de Málaga ni al de París, sino al Museo Dalí, en Figueras. Dalí es el personaje más completo de la historia universal.
—¿Y algún dalí?
—Claro, tengo el único que hizo abstracto.
—¿Quién era más generoso, Picasso o Dalí?
—Los dos eran el colmo de la generosidad, aunque a Picasso se le atribuía una tacañería que no tenía. Picasso compraba pinceles todos los días y los guardaba bajo llave, cosa que también hacía con las coca-colas, pero eso era reflejo de cuando lo pasó tan mal y de cuando pasó hambre; de la época en que, en París, llegó a quemar dibujos suyos para prender una estufa con que calentarse. A los dos les gustaba que se hablara mal de ellos, y Dalí disfrutaba con lo de «Avida dollars».
—¿Y más celoso?
—Ninguno. Dalí era teatral y Picasso puro teatro. Picasso era como un niño y se inventaba los celos.
—¿Y quién era menos insoportable, Fidel o el Che?
—Eran insoportables los dos y lo sé porque los conocí en buen momento. El Che era más amable, y fue amigo mío. A Fidel lo hicieron comunista los americanos, que le ayudaron a hacer la revolución y luego le pusieron pegas.
—¿Y quién más llevadero, Sartre o Camus?
—Indudablemente Camus. Jean Cau, que fue secretario de Sartre, fue el mejor de los tres. En Sevilla debían hacerle un monumento, y ponerle una placa en todas las plazas de toros. A Sevilla iba siempre que podía, y es el que más hizo por los toros en España y en Francia.
—¿Los Alberti eran tan pesados como decía Picasso?
—Eran pesadísimos, entre otras cosas. Picasso los quería mucho pero, cuando salían de su casa, respiraba.
—¿A Picasso sólo le fatigaba el descanso?
—Es que no descansaba nunca y podía pasarse la noche entera pintando. Con vocación, uno no se cansa.
—¿Es cierto que Franco estaba dispuesto a recibir y exhibir el Guernica?
—Naturalmente. Franco se adelantó en todo. Dominguín le advirtió que no se trataba de un exiliado y Franco dispuso que adonde llegara se le recibiera con honores y no se le pidiera la documentación. Los desencuentros los provocan los tontos y los mediocres. Picasso fue amigo de José Antonio.
—¿El Guernica, como decía el pintor comunista Pepe Díaz, es en realidad una corrida de toros?
—Es que sólo es una corrida de toros inspirada en la muerte de Sánchez Mejías, y como le pidieron algo para la Exposición Universal, adaptó ese cuadro, y al Gobierno de la República no le gustó, se avergonzó y lo arrinconó. Picasso no salió de París en la ocupación porque los alemanes lo respetaron y protegieron.
—Si las mujeres son, al decir de Picasso, «máquinas de sufrir», ¿los hombres son máquinas de...?
—Máquinas de sufrir por las mujeres. Conocí personalmente a todas las mujeres de Picasso. Picasso me dijo un día que por qué le haría tantas cabronadas a las mujeres y yo le contesté que porque sería un cabrón.
—Picasso prohibió su libro «Picasso íntimo», pero usted lo publicó. ¿Siguieron siendo amigos?
—Fue porque incluí una foto en la que cogía del talle a Lucía Bosé, y Jacqueline se puso celosa. Le dije a Picasso que si tenía que elegir entre Lucía Bosé y él, prefería a Lucía. Pero seguimos siendo amigos, y él adoraba ese libro.
—¿Qué es lo más secreto que incluyó en la «Guía secreta de la Costa del Sol»?
—Fui pionero de la Costa del Sol porque íbamos Edgar Neville, Hohenlohe y el Marqués de Soriano y se nos estropeó el coche en la Costa del Sol, y nos quedamos y la descubrimos.
—¿Sigue frecuentándola?
—Ya no porque no hay ocasión, pero antes iba todos los veranos y estaba en el perejil de todas las salsas.