martes, 2 de junio de 2020

Resistentes


Emilio Komar
 Sólo lo que se nos resiste puede ofrecernos apoyo

Ignacio Ruiz Quintano
Abc
 
    Ya sabemos por qué el dictador murió de viejo:

    –Toda mi pasado terrorista se reduce a haber repartido tres panfletos –confiesa el señor padre de Pablemos.

    En el franquismo, pues, no hubo terrorismo, sino resistencia. Es la conclusión de Bosch, el hermeneuta de Cullera, nuestro Emilio Betti (sin obra). ¿Qué diferencia hay entre repartir panfletos en el Metro o cantar “Resistiré” en el balcón?

    –Sólo lo que se nos resiste puede ofrecernos apoyo –supo ver un filósofo esloveno-argentino.
    
¿Cómo identificar el abuso del poder político y los medios para combatirlo? Locke, pez gordo de los liberalios, concluye que no hay autoridad sobre la Tierra que lo decida: sólo queda el arbitraje de Dios. El pope del empirismo basa el derecho natural a la insurrección civil, no en la razón natural, sino en la razón divina.

    Y, muerto Dios, la única autoridad para decidir la insurrección pasa a ser la de los comunistas, cuya cháchara mezcla hermenéutica de Emilio Betti y glosolalia de Antonio Ozores.
    
La bomba de la calle del Correo, que ahora salió a relucir, depositada en el lavabo de señoras de una cafetería por una mujer embarazada que en la huida, al oír la explosión en la Gran Vía, se echa a llorar, y que mata a trece súbditos del “tirano”, ¿es “tiranicidio”? ¿“Resistencia”?
    
Vilallonga, marqués, pregunta para “Lui” a Carrillo (ve en él un “rostro franco, rudo, ibérico”, ¡y una presencia a lo Gabin!) por los actos terroristas. ¿Asesinato de Carrero? “Obra de la derecha…”, contesta el jefe comunista.
   
 –Si la muerte de Carrero fue obra de la derecha –repone el marqués–, ¿a qué atribuye usted los atentados como el de la calle del Correo?
    
¡Siempre a la derecha! –responde el Jean Gabin de Paracuellos–. Todos los crímenes de tipo fascista tienen el mismo sello: la muerte de innumerables inocentes deja fríos a aquellos para quienes el fin justifica los medios.
    
Un tipo con peluca que hablaba como el Dios de Locke es (oficialmente) quien trajo “la democracia” a España.