martes, 2 de junio de 2020

Presos demócratas


Cárcel Modelo de Barcelona

Francisco Javier Gómez Izquierdo

      Ni usted ni yo que lo vivimos nos vamos a enterar nunca del verdadero clima de los 70 y principios de los 80, porque los que lo han ido contando lo hacían desde trincheras ideológicas, desde campanarios en busca de notoriedad y siempre con el cuidado de escribir o hablar conforme a lo conveniente. Usted y yo comprábamos El País e Interviú como si fueran  biblias y los llevábamos bajo el brazo para que se nos reconociera como demócratas pata negra. De las interpretaciones de los nuevos historiadores y analistas prefiero no entrar a valorarlas porque entre otras cosas, no sé hacerlo,  pero sí que puedo apuntar lo que me han contado en los ochenta compañeros funcionarios de prisiones y presos que vivieron dentro de la cárcel aquellos convulsos 70 y que nada tienen que ver con las peroratas que políticos y periodistas sueltan estos días a propósito de tener a los padres  presos en “las cárceles franquistas”.

           Un individuo que manda mucho da clases de franquismo y nos enseña  que en las cárceles del dictador sólo cabían demócratas. Franco no encarcelaba asesinos, violadores, atracadores, estafadores... No. Estos indeseables eran de los suyos. Eran franquistas. La lección, explicada en necio, como diría el poeta, para que el vulgo entienda, cala de primeras y forma pobres de espíritu apartados de todo rigor cuando el amanuense a sueldo remata: “los cinco asesinados, acusados de matar policías y guardiaciviles...”.
      
Lejos de mi intención reclamar o considerar civilizada ni por un segundo la pena de muerte, pero como me incomodan ciertas ligerezas y soy propenso a caer en provocaciones creo de justicia recordar por encima (el deber de confidencialidad y discreción mandan) lo que conocieron y padecieron mis colegas en Córdoba, talego de mucho trajín en la prensa del 78 a cuenta de este FRAP que ahora se beatifica. ¡Ellos sí que saben del clima del final de los 70!

      La famosa amnistía del 77 cogió a Mario Onaindía, por ejemplo, preso en Córdoba “...era callado y educado. No se metía en líos y aunque estaba en aislamiento no incomodaba..”  “...lo malo fue después cuando llegó la COPEL y los presos llenaban de basura las galerías, se subían al tejado, se metían en el centro y nos decían 'fuera que vamos a romper todo ésto' “Nos rodeaban y se reían. Simulaban cortarnos el cuello. Se chinaban a veintenas....”  "Estábamos acojonados todo el día. No dormíamos. Muchos renunciaron..."
     
¡¡La COPEL!! Coordinadora de Presos Españoles en Lucha. Terror de funcionarios de prisiones a los que no pareció del todo justo la amnistía para terroristas por el agravio que suponía para los “comunes” condenados por delitos mucho menos graves. Blanco Chivite, ejemplar genuino del FRAP que salía y entraba en prisión por buen chico demócrata y al que se le conmutó la pena de muerte, vino a parar a Córdoba para convertirse en la peor pesadilla de sus “carceleros”. “...Era muy listo. Retorcido...”. Cuando un preso es calificado por los profesionales de retorcido ¡ojo con él! No voy a entrar en más consideraciones, pero les recuerdo a ustedes que tenía hilo directo con Interviú donde mandaba todas las maldades de sus secuestradores franquistas después de muerto Franco, y donde una inquietante y contrahecha criatura sacaba en la revista el nombre y apellidos de los que en las discotecas vascas vendían drogas para facilitar la drástica justicia etarra. Sin juicio y a tiro limpio. 

Blanco Chivite -aún vive- era de los mas mayores y de los más ilustrados del FRAP maoísta. La “justicia franquista” lo acusó de ser autor intelectual de los asesinatos de miembros de las fuerzas de seguridad, “reivindicados” por su organización.  "En la cárcel de Córdoba era el más listo de los presos". Mudó de rebaño y se puso al frente de los comunes exigiendo su libertad. Rafael me recordaba que se empezaba cualquier día de agosto con una peste de mil demonios y con la orden del día de la COPEL. La COPEL eran todos los presos, pero el ingeniero uno solo. Fue amnistiado pero no me consta que, como Onaindía, se arrepintiera de los actos o inteligencias por los que fue condenado.

       ¿De qué se iba a arrepentir, si como dice uno que manda mucho, él y su padre  nos trajeron la democracia? ¡Agradecidos debemos estar!