La mujer de rojo
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Pedía Hughes en su columna mujeres de rojo (¡Kelly LeBrock, la mujer de rojo!), porque lo que quiere es vestir de rojo a Ana Pastor y a sus entrevistados, y que parezcan “unos hematíes tomando café”.
Los rojos, ay, no llevaban sombrero, pero… ¿y los hematíes?
Llegó entonces de Efe, que con su “F” de Falange es el periodismo de Estado, la crónica de tribunales sobre el encuentro Alaya/Maleni en los Juzgados, que decía: “La magistrada ha elegido para el interrogatorio un traje rojo mientras que la exministra lleva un vestido estampado y una chaqueta naranja.”
Y luego dirá la OCDE que España carece de comprensión lectora, una cuestión que Beatriz Manjón ha zanjado así:
–Si añadimos la palabra sexo a cualquier texto, seguro que aumentará nuestra comprensión lectora.
Esto se vio ayer en el Congreso, cuando los diputados de Izquierda Unida, que van de rojos, pero que no son de muchas lecturas, prorrumpieron en aplausos al leer en las tetas de unas manifestantes coritas un mensaje de la Esparta de Tirteo: “El aborto es sagrado”.
Arrellanado en el sillón alfa de la voluntad popular, Posada contemplaba aquel espectáculo de mandrilismo democrático con la mueca de Peter Ustinov ante el incendio de Roma en la “Quo vadis?” de Mervyn LeRoy.
Esas tetas levantiscas (“pomas eréctiles que temblaban como si fueran de mercurio”, si nos ponemos en Llamazares) con que unas elásticas suripantas pretendieron tapar la boca al tribuno Gallardón son los bosones de Higgs (perfectamente confundible con Tedy Bautista por la calle) de nuestro gobierno del pueblo y para el pueblo.
–Si no tienen pan, que coman curasanes –dijo María Antonieta, “icono emblemático” del feminismo azul.
–Abortar es como ponerse “teeeta” (tetas) –dijo Bibiana Aído, “icono emblemático” del feminismo rojo.
Como Shaw, Gallardón agrada a los bohemios afirmando que la mujer es igual al hombre, pero después los enfurece insinuando que el hombre es igual a la mujer.