sábado, 16 de febrero de 2013

Carta a Abel Gómez (Córdoba, C. de F.)

 Abel con las canas del saber
 
Francisco Javier Gómez Izquierdo

Vino usted a Córdoba sin hacer ruido y, como su tocayo bíblico, a unos pocos que no nos tenemos por nada divinos, nos fue grata su presencia. Rodeado de inquietos en mi asiento de preferencia, me he hartado de defender su categoría y de recomendar paciencia tras sus descorazonadores inicios.

       -Si el Córdoba hace algo grande este año, no puede faltar Abel -vengo repitiendo desde septiembre.

        Como yonqui futbolero que soy, no se me olvida cómo ascendió a 1ª el Granada y lo mucho que un servidor celebraba el magisterio de usted en el centro del campo y su precisión con el balón parado, por mucho que Dani Benítez y Geijo recogieran los mayores elogios y  reconocimientos. 
 
Usted ya había subido a un Xerez al que llegó huyendo de la Dacia. Había ido a jugar la Champions con el Steaua de Bucarest y padeció el mayor chasco de su vida... -o eso creo-. Lo sospeché cuando le vi en esos programas de españoles por el mundo esperando a Arthur -que también estuvo en el Córdoba- en un piso como de soltero, para jugar a la pleyesteison explicando que el club del gran Pelé Gavril Balint no le había inscrito para jugar en Europa.
    
Aunque yo ya le había visto de jefe en el Sevilla Atco, usted me ganó en el Murcia, con el que también ascendió a Primera y donde unos conocidos míos pimentoneros no parecían entender su tranco inteligente. Fue entonces cuando el Setaua se fijó en usted para luchar por la Copa de Europa, pero como le pasa siempre con los equipos que le contratan, faltó paciencia.
     
En El Arcángel está llegando la hora de honrar a San Hugo de Grenoble, patrón de los futbolistas, y al que en su pueblo de usted tiene pintado Zurbarán. Ha llegado la hora de atemperar a nuestro juvenil Fede Vico para que reciba más fresco: aconséjele; busque la cabeza de Renella y quítele la idea de que sabe regatear; convenza a Kiko y Armando de que no hay centrales como ellos y a Fuentes que “vamos a estar a lo que hay que estar”; hora de mirar a la diestra por donde corre Pedro y a la siniestra por do diablea Dubarbier; dele ánimos a Caballero y con Alberto Aguilar y López Garai hagan de maestros de ceremonias en una conjura legionaria. Al portero Alberto no le diga nada, que ya sabe usted cómo es... y a Christian tampoco, ¡bueno, sí... que vigile su espalda! pero a López Silva lléveselo al huerto. El “pajarito” ha perdido el tiempo durante demasiados años -¡hasta por Burgos anduvo!- en categorías que no son suyas y se le está empezando a pasar la edad de merecer. Como aquí, no va a estar en ningún sitio y quiero que usted le convenza de lo que le conviene. Fíjese Abel, que yo suprimiría al delantero centro y pondría a hacer diagonales a López Silva, pero no me tome en cuenta la temeridad y aplíquese, por favor, en demostrar que es usted capaz de contentar a una cuarta raza de aficionados que posiblemente no sepan de sus calladas virtudes.

     Mire usted, Abel, ayer vi a César Navas en el Calderón. Recuerdo que nos marcó un gol con el Málaga B en 2ª en la portería del fondo Norte. Me viene a la memoria aquel equipazo que parió el afónico Tapia, y donde el hijo de Fdo Castro, Diego, ya empezaba a destacar, como Usero y Paco Esteban de los que se esperaba más.También empezaba Gámez y creo recordar que el central Alexis Ruano, del que me hablaba mucho y bien un tío suyo. El goleador era Geijo y nuestro Alberto hacía pareja con usted. Armando, el flamante central recién venido jugó muchos partidos,  en aquél equipo.

     Quiero empujarle a usted porque como aficionado le he defendido mucho y porque estoy convencido de que me voy a salir con la mía. Todos dependemos de usted y es bueno que todos lo sepan.

 Abel, el Murcia

  Abel y Geijo en el Málaga