Juan Carrero y Enrique Naya, Costus,
autores de la Enciclopedia Universal de la María
Par quienes quieran saber cómo será el Madrid post Mourinho,
con Sara y Pilar de amas de llaves del vestuario
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Lo del Madrid en Granada da para una tragedia o para una comedia.
¿Se suicidó el Madrid en Granada?
¿Se suicidan los pelícanos?
Una rama de la literatura sostiene que el pelícano ama de tal modo a sus hijos que, antes de verlos hambrientos, da su sangre para cebarlos. Otra rama de la literatura propone que el pelícano, por el fastidio de que sus crías lo golpeen con las alas, las mata, y luego, arrepentido, se suicida clavándose el pico en el vientre. Y una literatura alternativa descarta el suicidio del pelícano y sugiere que sus lágrimas resucitan a las crías muertas.
Cristiano es el pico del Madrid, que en Granada cayó de un picotazo suyo.
O sea, que el Madrid se suicidó en Granada.
Como fanático de la chulería, me gustaría creer que lo de Cristiano en Granada fue como lo de La Serna en Valencia.
Mano a mano de Domingo Ortega, el paleto de Borox, y Victoriano de la Serna. Ortega ha asegurado la puerta grande con un esportón de orejas. Para La Serna, con las manos vacías, es el último toro. Entonces se acerca a Ortega y le dice:
–Mira, paleto, tú saldrás por la puerta grande, pero de quien los periódicos van a escribir mañana es de mí.
Se sentó en el estribo y se dejó el toro vivo.
Nadie habla hoy de la victoria del Granada, sino del autogol de Cristiano, el primero en su elocuente carrera.
De hecho, yo quería hablar hoy de los lardos de Messi, que escupe como la llama del Auris, que no es lo mismo que la llama de Arias (Chencho, el de la pajarita), una llama que vivía en La Moncloa aznarí y estaba enamorada de Butragueño.
Pero aquí estoy, hablando del autogol de Cristiano, metáfora de lo que ha sido la plantilla del Madrid este año, con los capitanes remando contra el patrón y los marineros y con muchos marineros pasando de remar sabedores de que, después de todo, el patrón no estará el próximo año.
Los futbolistas nunca fueron los más listos de la clase.
Lo mejor de Granada fue el gesto “técnico” de Mourinho al impedir la entrada al campo de los sanitarios para atender a Di María, que aspaventaba a lo Alves mientras el propio Mourinho le hacía señas de que se fuera al carajo.
De aquel Di María que era el cormorán chino que se inventó Mourinho para pescar al contrapié en este equipo (con esa bizquera que te permite por un lado pescar y por el otro vigilar la ropa) sólo queda un pájaro embreado y absurdo, como el falso cormorán de la guerra del Golfo.
Di María, Marcelo, Higuaín… tienen la cabeza ya en el próximo año, que ya no será el de Mou, harto de un país de zoquetes y xenófobos, sino el de las Marías, como estaba escrito por los Costus en la “Enciclopedia Universal de la María”, 1988, cuya lectura recomiendo a todos aquellos amigos del señorío que quieran conocer los temas de conversación de la próxima temporada alrededor de los capitanes y su novias dándole a la panceta con foie en “Casa Doli”.
Quo vadis, Cristiano?
Mou cuando, según El País,
Luis de Carlos arrastraba
el señorío madridista por los suelos
“MORIR EN EL CAMPO”
La gran herencia de Mourinho, su redefinición del señorío: “Señorío es morir en el campo”. Porque según el periodismo global en español, al señorío lo mató… ¡Luis de Carlos! Textual: “La historia de la degradación de la imagen del club tiene dos puntos cruciales: en 1979, cuando nace el grito “así, así gana el Madrid”, y en 1980, cuando se demuestra que el Real Madrid, como un club corriente, primó a terceros equipos.” “Este grito se hizo costumbre y se convirtió en tradicional en otros muchos campos españoles... El Real Madrid salió escoltado del Sánchez Pizjuán, del Benito Villamarín, de La Romareda y de San Mamés, entre otros, con apedreamiento de su autocar.” Enero de 1983. Mourinho tenía 20 años.