lunes, 4 de febrero de 2013

La Candelaria

Abuelas friendo canutillos

 Josefa, maestra de ceremonias blanqueando la miel en cubo ancestral

Roscas de candelilla, palomos y caramelos para la procesión

 “...si no tiene lo necesario para un cordero tomará dos tórtolas o dos pichones.”
 Levítico, 12

Francisco Javier Gómez Izquierdo

 La Candelaria es fiesta muy explicada y acepta muchas versiones. Dicen unos -orgullosos de su ateísmo- que si data de las Lupercales romanas, otros hablan de ritos iberos, y los más, por venir de donde venimos, echan mano con mucho fundamento del Evangelio de San Lucas. Cuando emparenté por vía meática con moza de los Montes de Toledo y fui conociendo los usos y costumbres de la zona, me venían a la magín cosas que había leído en el Antiguo Testamento -obligación que al parecer nos maleducó a tantos- y hasta tengo convencida a mi doña de que desciende de estirpe judía y el apellido Mateo lo tiene por certificado de familia.

        En España en general, en Canarias en particular y en los pequeños pueblos de la zona de los Montes de Toledo es costumbre el 2 de febrero de renovar ritos tradicionales que tienen que ver con una ortodoxa purificación judía explicada en el Levítico, uno de esos libros que espanta a la sabiduría del siglo y que se prohíbe en los planes de Educación. En el capítulo 12 encontramos la ceremonia judía de la circuncisión de los varones  y la de la cuarentena de la parturienta, dando fe San Lucas del respeto de la Virgen hacia la Ley de Moisés, al tiempo que por toda la geografía española se tuvo a bien homenajear a las madres conforme a lo enseñado por el evangelista.

       En el pueblo de mi doña, cada año una madre o varias, solicitan ofrecer un dulce hecho con miel, huevos, harina y aceite a la Virgen de las Candelas y  en este 13, la madre de mi tierno infante y su prima  Mari Carmen,  señora de Paco “la paz del campo”, se han aplicado una semana en la tara.

      Al dulce le dicen candelilla y es muy celebrado entre el paisanaje, pues se sigue haciendo como no se tiene memoria. El éxito está en el batir de la miel y que en el caldero de cobre no se queme y aguirlache. Un servidor, que es forastero, se encargó de procurar vino y en asar el cordero del que habla el Levítico.