lunes, 26 de agosto de 2024

El sueño de Ancelotti

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Darby Montana


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Sabemos que Napoleón nunca pudo disfrutar de una ópera porque en el palco, dicho por él, la cabeza se le iba en cavilar el modo de combinar tres Cuerpos de Ejército en Fráncfort con dos Cuerpos de Ejército en Colonia. Y ahora también sabemos que Ancelotti, un Napoleón del fútbol en Europa, no ha podido disfrutar de sus vacaciones de verano porque, igualmente dicho por él, se las ha arruinado devanándose los sesos en cómo combinar tantas estrellas en un sistema que, cuatro-cuatro-dos o cuatro-tres-tres, siempre suma diez, pues su Madrid no es aquel Barça de cuando Negreira, que un día sacaron a Busquets dos amarillas y nunca abandonó el campo. El fútbol evoluciona en todos los sentidos (en la mayoría de los sentidos, para mal), con más cambios y con peores árbitros, pero el número de jugadores permanece. Caben diez, y a Ancelotti le sobran tres: Güller, Endrick y Brahim. ¿Cómo elegirlos?


Ancelotti es un sentimental, y el corazón tiene razones que la razón no entiende, proverbio de Blaise Pascal (lo dijo Blas, punto redondo) que en una frutería de mi barrio atribuyen a Ortega y Gasset con un cartel que reina sobre paraguayas, fresquillas y ciruelas claudias. Después de todo, no hay entrenadores racionalistas, pues está por ver qué cosa sea el racionalismo, teniendo en cuenta que su padre, Descartes, que lo concibió en su famoso “Método”, recibió el tal Método en un sueño luminoso en una noche de verano. Zidane, de pasaporte francés, como Descartes, recibía en sueños a un ser que le dictaba lo que tenía que hacer. Ancelotti, en cambio, no tiene sueños reveladores, pues es víctima de ese fastidio napoleónico de pensar combinaciones que le quita el sueño. Sin sueño, no hay sueños; sólo tentativas.


La primera tentativa de Ancelotti para el nuevo curso fue la alineación de la Supercopa europea en Varsovia: un cuatro-cuatro-tres con Rodrygo, cuando hasta el último polinesio sabe que el nuevo Madrid es un cuatro-cuatro-dos con Güler por Rodrygo. En Varsovia, Rodrygo fue el encargado de los balones parados, pero venimos de ver en la Eurocopa de Alemania que a balón parado no hay hoy un jugador capaz de igualar al turco. A balón parado… y a balón corriente.


Durante una década, el balón parado fue una cosa de Kroos, un futbolista que jugaba andando, algo que con esa categoría no se veía desde Netzer. Y ahora asistimos a la repartija del legado de Kroos, como bien ha visto Hughes, cuyas viudas (las de Kroos) van a dar más tabarra que la que dieron en su día las de Keylor, haciendo la vida imposible a Courtois. De la túnica de Kroos, Valverde se ha llevado el número; Bellingham, el espacio; y Rodrygo, el balón parado.


Nosotros correremos para que esos puedan disfrutar –dijo Valverde al término de la Final.


Con “esos”, Valverde se refería a Vinicius y a Mbappé, y en el futuro deberá incluir ahí a Güller, un genio dotado para aportar más geometría y más veneno de lo que Kroos pudo soñar. ¿Cómo gestionar semejante armamento? Con sentido común… o con un “software”, como ha hecho Ceferino con la Champions para pelear contra el fantasma de la Superliga que persigue a todo el mundo. Lo que pedía Florentino Pérez con la Superliga, más partidos top, es lo que Ceferino promete darnos con un “software” y su inefable Inspector de Ética, que debe de ser otro “software”. El pánico del “establishment” ante la Superliga se ve hasta en nuestra competición menor, la liguera, donde la consigna mediática es que, con los fichajes del Atlético y la cantera del Barcelona, ya somos la Superliga que ha de enterrar a la Premier. ¿Y Arabia Saudí?


Ha sonado por ahí una oferta árabe por Vinicius, a quien habrían prometido un contrato milmillonario más la lámpara de las Mil y Una Noches, pero Gonzalo Miró, que es el Doctor Johnson de la España del 78 (Samuel Johnson en la Wiki: poeta, ensayista, biógrafo, crítico literario y lexicógrafo inglés), ha refutado en tertulianés el rumor pateando una piedra (¡la importancia del balón parado!), que fue el recurso empleado por el sabio Doctor para echar abajo la teoría de la inexistencia de la materia formulada por el obispo Berkeley: “Ese rumor es una filtración interesada para ningunear la presentación de Julián Álvarez con el Atleti”.


En Opta Power Rankings dan favorito al Real Madrid, por delante del Barcelona, con lo cual quedaría asegurada la participación de los dos en la Supercopa feminista de España (o así la promocionaba Rubiales) en Arabia, donde lo que vende es un Clásico.


Ancelotti, que ha arruinado sus vacaciones haciendo alineaciones, veraneó este año en la turística Montana, Estados Unidos, ese país de costumbres cada vez más latinas donde, por ejemplo, unos llamados programas de educación jurídica financiados por intereses empresariales permitían a más de un cuarto de los miembros del poder judicial federal (lo cuenta Wolin en “Democracia S. A.”) aceptar vacaciones gratis en sitios turísticos de moda. El italiano se paga su veraneo, y quizás por ello en el trabajo sea luego más justo que todos esos juristas juntos.


[Sábado, 17 de Agosto]