Juan Ruiz, Arcipreste de Hita
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El Consenso de la corrupción ha entrado en una vía muy Berlanga del nacionalcatolicismo catalán, con la “Mamma” yendo de Trotaconventos por unos sumarios que parecen escritos por el Arcipreste de Hita.
Por los ojos de la monja, en vez de dos caballistas de Lorca, galopan dos misales de Ferrusola.
Entre las vacas andaluzas (el dinero “p’asá una vaca” de Juan Lanzas) y las monjas catalanas (el “soy la madre superiora” de los Pujol), pasando por los Don Hilariones del pepismo madrileño, España avanza.
Mas, igual que avisa Alberto Franceschi sobre Venezuela, no somos una raza corrupta, pues la corrupción es universal.
–La corrupción es una obra de la astucia humana para evadirse de las desventajas de ser pendejo.
Partiendo de esta evidencia (“evidencia” más evidente por sí misma que las “evidencias” de Jefferson en su Declaración de Independencia), Hamilton y Madison establecieron la separación de poderes (“que un poder vigile al otro poder para que el ciudadano pueda dormir tranquilo”), pero son los únicos que lo han hecho.
Grande es la astucia pujolina para evadirse de ser pendejos, evasión que por el túnel de la sedición lleva al “Estat Català”, cosa que en la España oficial tampoco preocupa mucho: algún arbitrista creerá que el único modo de no pagar la pavorosa deuda nacional pasa por la “discontinuidad del Estrado” que supondría la separación de Cataluña. Roca Barea recuerda que Alemania, dividida por la guerra en RFA y RDA (¡discontinuidad del Estado!), se agarró a ese birlibirloque jurídico para no pagar a nadie. Y todo sería a favor de obra, con este fervorín europeísta que se respira en las tertulias del Régimen, con Ortega al fondo:
–La España oficial consiste, pues, en una especie de partidos fantasmas que defienden los fantasmas de unas ideas y que, apoyados por las sombras de unos periódicos, hacen marchar unos Ministerios de alucinación.
Lo de Cataluña es fuga de monja con galán, y está en el Tenorio.
Mayo, 2017