miércoles, 6 de febrero de 2013

Estallido

Lo de Rubalcaba y Elena Valenciano empieza a parecer una performance
 de Thomas Mitchell y Vivien Leigh en “Lo que el viento se llevó” para “Animalario”

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Para “el estallido social” que en las tertulias pedían Cayo Lara y sus chicos del maíz, a los papeles de Bárcenas sólo les ha faltado el “tipex” de Caldera, el jefe de Mulas.
    
Caldera tuvo su cuarto de hora de gloria warholiana cuando fue cazado en el Congreso arreglando con “tipex” un documento de la Marina Mercante sobre el cambio de rumbo del “Prestige”.
    
También Cayo Lara tuvo su cuarto de hora de gloria warholiana: fue cuando llegó al cargo con una cita-morcilla de “El Capital” que el periodismo global en español le aplaudió mucho, pues creía estar ante el nuevo Gramsci de la situación. La cita parecía de un pionerito de “El Viejo Topo”, pero sólo era una broma de internauta burlándose de Marx, quien habría profetizado la crisis de Zapatero.
    
Bueno, puede que Marx no lo dijera –acabó admitiendo Cayo, invadido de tolerancia marxiana–. ¡Pero seguro que lo pensó!
    
Con esto y un coro de tertulianos vocingleros nos hemos ido a la calle a tantear “el estallido social”.

    A la calle Génova, primero, y luego, a Alemania.

    –¡Ahí lo tienen! ¡Rajoy en Alemania! ¡Con su sombra! ¡Bárcenas! –refunfuñaba en Sevilla (¡en Sevilla!) Rubalcaba, que con Elena Valenciano empiezan a parecer una performance de Thomas Mitchell y Vivien Leigh en “Lo que el viento se llevó” para “Animalario”.

    Ir a Alemania con los papeles de Bárcenas para echárnoslas de corruptos es tan delicioso como asustar al notario con el lirio cortado o dar muerte a la monja, que es frau Merkel, con un golpe de oreja.
    
Ni de Flick ni de Flock –se defendió Gonzalón en el Congreso en el primer pleno sobre corrupción de la democracia, con un tal Verstrynge de fiscal wagneriano.

    ¡Y los convolutos!

    Sólo un desesperado como Rubalcaba cree que los alemanes, que refundaron el PSOE, puedan echar una sobremesa alrededor de un codillo discutiendo la doble contabilidad de Bárcenas como si fuera la doble filosofía (la optimista y superficial y la profunda y lógica) de Leibniz.