José García Domínguez
Libertad Digital
Es la diferencia entre producir individuos y moldear masa amorfa,
carne de cañón audiovisual, audiencia futura para Telecinco. De ahí
que, en España, el liberalismo siga siendo pecado a ojos de la
inquisición psicopedagógica. Que nadie pueda destacar por su esfuerzo e
intelecto, la inteligencia como permanente objeto de sospecha. Que todos
lleguen igualados a la meta, la igualdad no como inexcusable punto de
partida sino como resultado final. Que ninguno deje nunca de ser
adolescente, la juventud concebida no como mero estadio cronológico sino
como un valor per se. Anti-intelectualismo, igualitarismo y
efebolatría, según el profesor Sánchez Tortosa la tríada que asola
nuestras aulas. Pobres imbéciles gregarios, sí, pero uniformes y
felices. Así los quieren.