Abc
A Esopo, que era esclavo, lo mandó su amo al mercado por lo mejor para un festín, y trajo lenguas. “Bueno, pues mañana quiero lo peor”. Y volvió a traer lenguas. Pues sólo las lenguas, según se las entienda, sirven para lo mejor y para lo peor.
El nuevo festín de Esopo lo tenemos en España, donde las lenguas que una vez nos dieron a Góngora y Quevedo hoy nos dan nacionalistas y tertulianos, que suelen ser lo mismo.
Hasta Messi parece ya una parpayuela vendiendo nacionalismo tertulianés, y los filólogos del “As”, hurgando en si era cristiano viejo, han descubierto que Mourinho es moro “renegrío”.
–Me siento malo morena, cabeza hinchada morena, que no me paro morena, mmm, voy, voy, voy –cantaba Henry Stephen en su limonero.
En este festín de lenguas, de amo de Esopo hace Wert, que presumió de toro miguelhernandino y una nacionalista gallega de Puebla de Caramiñal (¡Valle-Inclán, coño!) confesó su temor a que el ministro la “imbistiera”.
¿Que no se dice “imbestir”?
–Esto pasa por obligarme a hablar en una lengua que no es la mía.
Es la izquierda.
Acordémonos del comunista Machota en el “tamayazo” preguntando: “¿El señor Tamayo era Bellido Dolfos, siguiendo el mandato de doña Urraca para asesinar a su hermano el rey Alfonso en los muros de Zamora?” “¡Sancho, Sancho! Hay que estudiar un poco”, corrigió el popular Beteta. “Me es igual. Pues Sancho. Es que yo no fui a clases de Religión.”
Para Foxá, la esencia del toreo, su mecanismo, la descubrió “Don Tancredo” vestido de estatua del comendador: porque el toro prefiere la tela muerta, pero que se mueve, al cuerpo vivo, si está quieto.
–Como herbívoro que es, no tiene olfato para la carne.
Yo creo que Wert es más muleta que toro. Y del tancredismo hablaremos otro día.