Al término del festejo Gallito es transportado a hombros hasta la Puerta de Madrid, que da a la Avenida de la Plaza de Toros, hoy día Avenida de Felipe II. Desde allí parte el torero hacia el Hotel Roma en la Gran Vía, que es donde en esa época solían alojarse los Gallos, dado que aún no disponían de una casa en la capital. Allí acuden en masa, entusiasmados, los partidarios, que acuerdan encargar la taxidermia de la cabeza de Jimenito**, que con antelación se habían cuidado de preservar, y organizan inmediatamente un almuerzo en homenaje al torero.
Al día siguiente, en los elegantes comedores de Lhardy, Carrera de San Jerónimo 8, se reúnen los aficionados en torno a su ídolo.
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