jueves, 24 de diciembre de 2015

Dos Melchoras, una Baltasara, pero Gasparas...

Mi pueblo

Francisco Javier Gómez Izquierdo

 Por Navidad, los casados que vivimos lejos de la familia solemos repartir las noches con la mejor intención. La Navidad y sus tradiciones hay años que sale un poco puñetera y melancólica, pero  yo creo que  el mundo parece más bonito y agradable.

     Por Navidad siempre nos viene la niñez a la cabeza y aquella pobreza digna y orgullosa a la que sorteábamos con un jersey nuevo de lana tejido por la madre; particularmente un servidor tenía el 26 de diciembre como el día más grande del año por ser San Esteban el patrón de mi pueblo. En “fecha tan señalada” siempre comíamos un cordero asado en cocederos que parecían inteligentes. Lo trinchaban las mujeres en la gloria de la casa y la abuela Dominica cortaba el turrón que traían los tíos que vivían en Barcelona. En Nochevieja las fiestas eran en Moncalvillo y hacíamos los cinco kilómetros después de las uvas, menos los años que la nieve no nos dejaba. ¡La nieve! Nunca faltaba en la Demanda. Una noche salí de casa camino de la cantina y me perdí en la blancura más confundidora que puedan imaginar.

     Y luego los Reyes que me trajeron. Nací aislado por la nieve el día 6 de enero de 1959 y es fecha que me recordaron unos cantaores de camino a Valencia que no llegaron porque “fue el invierno que más ha nevado en España”.

      Dejo Córdoba mañana, día de Nochebuena, tempranito, con la sensación de que nos están matando la Navidad. En la ciudad los  belenes los enseñan los cordobeses a escondidas, las luces son de árboles, cajitas y bolitas, hace un calor del demonio y escucho que desde el guirigay asambleario de los nuevos amos de la Administración han desterrado a los Reyes que me trajeron y han fichado a unas Magas que aprendieron Feminismo. Por lo menos en mi pueblo había  dos Melchoras que recuerde -una dio nombre a unas eras para trillar-, una Baltasara a la que todo los paisanos llamaban Baltesara, pero de Gasparas la verdad es que no tengo constancia. En mi pueblo no se discriminaba a las mujeres y los padres bautizaban a sus hijas feminizando a los reyes, santos y mártires. ¿Quién me iba a decir que aquellos fieles al santoral iluminarían a los concejales de Madrid?
     No imagino lo que nos queda por ver, pero mientras tanto Felices fiestas a todos los amigos de Salmonetes... y sobre todo Salud. Mucha Salud de corazón.

Chimenea serrana del Cocedero