lunes, 10 de marzo de 2014

Cardenales y moretones






Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    “Marca España” no es lo mismo que “Marca, España” (con coma, como el “Manolo, marca ya” de Cruyff al tronco de Manolo Clares), y a que discutamos la coma nos ha invitado Miguel Cardenal, delegado nacional de la cosa, que ahora que su equipo pierde (¡la descomposición culé!) quiere que contabilice como “Marca España”.

    –¿Galgos o podencos? ¿Cardenales o moretones? ¿Moretones o moratones?

    Cardenal es un señor culé que ocupa el cargo más goloso de la política española: la Delegación Nacional de Deportes, que Franco entregó al directivo culé Juan Gich Bech de Careda, y Rajoy, a este Montalbán del “Més que un club”, que ha usado papel y tinta del contribuyente para, en una prosa garantizada por el Estado, identificar los rondos de Xavi con España y yo somos así, señora.
    
Cardenal saca el córner diciendo que la “Marca España” es el Barça, y Paul David Hewson, Bono, lo remata pidiendo a frau Merkel que haga una campaña en defensa de la “Marca España”, que sería como hacerla del Barça. Lo que pasa es que los alemanes ya se han hecho cargo de Guardiola, el Ganhi de Sampedor, y tampoco es cosa de que, con lo que se corre en el fútbol de Alemania, se lleven también a Messi, que ahora es la única “Marca Barça”, y, por consiguiente, según la teoría cardenalicia, la “Marca España”.
    
Mientras tanto, el Madrid hace lo que puede para incorporarse a la “Marca España”. Por ejemplo, ir primero en la Liga. Como no es suficiente, intenta imitar a veces el rondo-truño propio de La Masía. Como tampoco es suficiente, se arrima a la tauromaquia. ¡España y el toro! Seguro que en Alemania han oído hablar más de las miradas al tendido de Manolete que de la “inteligencia sentiente” de Zubiri. Y pone a Illarramendi, el centrocampista que brega el “aurresku”, a correr al toro de Azpeitia vestido de Batman, que, como tauromaquia, es igual o superior en seriedad a la tómbola de rabos julianos de Olivenza.

    El rondo (en España, xavirrondo) es holandés, de la comunidad semítica de Amsterdam, y representa al regateo en el comercio. La tauromaquia es española, y, aunque en decadencia definitiva (una decadencia triste, solitaria y final), representa (esto lo dijo Tierno Galván) al alma nacional.
    
En el Madrid la cultivó Juan Gómez Juanito, que fue futbolista porque no pudo ser torero. Raúl le cogió gusto por su amistad con Ponce. Ramos también le cogió gusto por su amistad con Talavante (otro gusto, claro, pues ya hemos dicho que la cosa está en plena decadencia), y llegó a presumir de despachar Miuras (la única leyenda viva) que luego resulraon ser Garcigrandes (las mascotas predilectas de José Tomás y Julián López), animales domésticos que sólo servirían para posar en películas de la Disney o documentar la “inteligencia sentiente” de Zubiri. De las figuras del fútbol, sólo Joaquín Sánchez Rodríguez, el extremo bético de El Puerto, ha sido capaz de hacer arte (en el campo) con un pablorromero. De las figuras del fútbol… y de las figuras de los toros, pues ninguno de los cinco toreros que se declaran lo bastante figuras para no ir a la feria de Sevilla pueden presentar una foto delante de un cinqueño de la finca de Partido de Resina.
    
Si al Madrid no le vale con el liderato, el “xavirrondo” de imitación y la tauromaquia de Ramos e Illarramendi para ser “Marca España”, ¿qué ha de hacer?

    Contratar a Del Bosque.

La Décima

MESSI Y DEL BOSQUE
    Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, esta pancarta en Pucela: “Messi, vas a potar, y tú lo sabes”. Es el final de mil años de tiquitaca, esa mezcla de cilicio y Remy Martin, en el lenguaje del hermano de Juan Guerra. Para reconstruir el templo culé ya se filtra el nombre del marqués de Del Bosque. No creo que Florentino Pérez, que el sábado vivió tan feliz cumpleaños, vaya a tener tanta suerte. Pero ese globo no es ninguna tontería: Del Bosque cumple con todos los requisitos: rechazó la máxima insignia del Madrid, apoyó el “derecho a decidir” de Cataluña (como Los Morancos, pero en serio) y ha suscrito de la A a la Z el artículo de fondo de Miguel Cardenal, el Juan Gich de nuestro tiempo.