DEDICATORIA
De Fernando Iwasaki, con su España, aparta de mí estos premios, la siguiente dedicatoria:
“Para Ignacio Ruiz Quintano, estos cuentos sumativos. Es decir,
Tora, Tora, Tora +
Toro, Toro, Toro
Con el cariño de siempre, Fernando Iwasaki.
Sevilla, verano 2009”
¿Cómo no agradecerlo?
Conocí a Iwasaki en Cambio 16, por José-Miguel Ullán, a cuya tremenda ausencia nunca nos acostumbraremos. Tal como se me apareció, Iwasaki era un japonés que venía del Perú y que salía para Sevilla para establecerse como un pez gordo... del flamenco. Uno admira la inteligencia allí donde se encuentre, e Iwasaki rebosaba astucia, que es la inteligencia pertrechada de humorismo. En Sevilla, si lo atracaban, levantaba una ceja y soltaba un “¿Sabes qué es una corbata colombiana?” que ponía en fuga al peor barbián. Literariamente, yo quería figurarme en él a Alberto Guillén, aunque sin sus rencores. Iwasaki vale más, claro. Y veo que, ahora que ha escrito otro delicioso libro, sigue acordándose de mí. Un día de estos brindaremos con su relato de La última faena de Faíco, el de los pintureros lances “de frente por detrás”, publicado en Las Taurinas de Abc. Pero ahora me voy a El Álamo. ¡Recordad El Álamo! Hoy torea El Cid. Tora, Tora, Tora...
Ignacio Ruiz Quintano
De Fernando Iwasaki, con su España, aparta de mí estos premios, la siguiente dedicatoria:
“Para Ignacio Ruiz Quintano, estos cuentos sumativos. Es decir,
Tora, Tora, Tora +
Toro, Toro, Toro
Con el cariño de siempre, Fernando Iwasaki.
Sevilla, verano 2009”
¿Cómo no agradecerlo?
Conocí a Iwasaki en Cambio 16, por José-Miguel Ullán, a cuya tremenda ausencia nunca nos acostumbraremos. Tal como se me apareció, Iwasaki era un japonés que venía del Perú y que salía para Sevilla para establecerse como un pez gordo... del flamenco. Uno admira la inteligencia allí donde se encuentre, e Iwasaki rebosaba astucia, que es la inteligencia pertrechada de humorismo. En Sevilla, si lo atracaban, levantaba una ceja y soltaba un “¿Sabes qué es una corbata colombiana?” que ponía en fuga al peor barbián. Literariamente, yo quería figurarme en él a Alberto Guillén, aunque sin sus rencores. Iwasaki vale más, claro. Y veo que, ahora que ha escrito otro delicioso libro, sigue acordándose de mí. Un día de estos brindaremos con su relato de La última faena de Faíco, el de los pintureros lances “de frente por detrás”, publicado en Las Taurinas de Abc. Pero ahora me voy a El Álamo. ¡Recordad El Álamo! Hoy torea El Cid. Tora, Tora, Tora...
Ignacio Ruiz Quintano