martes, 4 de marzo de 2014

El bote de humo




Francisco Javier Gómez Izquierdo
 
Hace quince días un individuo lanzó un bote de gas lacrimógeno en el terreno de El Madrigal y el incidente se ha digerido  como una acción gamberra propia de los elementos radicales que proliferan en el fútbol. He esperado a los resultados de la pertinente investigación y como no he visto en prensa más que la multa impuesta al Villarreal por fallar en la seguridad del recinto, creo conveniente fijarme un poco en el, para  mí, inquietante suceso, porque... ¿quién se atreve a llevar artefacto semejante a un estadio de fútbol? La respuesta creo que es evidente:  aquél que está decidido a lanzarlo. En un Madrid-Atlético ó en un Madrid- Barça puede pasar cualquier cosa entre el público sin que nada nos extrañe, pero en un Villarreal-Celta a las 12 de la noche hay cosas que no nos parecen normales a los hombres de poca fe.

     Se da por hecho que el indeseable coló el bote delante de los agentes de seguridad conforme entraba al partido y nadie ha reparado en que el arma podía haber sido introducida uno o varios días antes, con el campo vacío, lejos de la vigilancia de la empresa contratada para la fecha del partido. Tampoco parece suponer nadie que el sujeto llevara el pecado entre los calcetines o sujeto entre los “gayumbos”, enseñara semblante beatífico ante el más confiado de los porteros y accediera al recinto un cuarto de hora antes que la bulla radical. Que acudiera cuando acuden los aficionados despreocupados, esos que ponen los brazos en cruz con desgana y sin enfado y a los que los agentes ni miran siquiera. En fin... que fuera experto en disimular con el gesto y la indumentaria.

    Me ha hecho pensar mal el humo de Villarreal, porque me he dado cuenta de que si un fulano del fútbol gasta enemistad manifiesta  con un zutano también de la cosa, no tiene más que encargar a un psicópata de confianza que tire una granada en el terreno de juego que pertenece a zutano. Si en vez de un fulano, la ekinza la ingenia una banda antisistema que viste, peina y asea al mas presentable de sus miembros, la ruina del club saboteado está garantizada.

    Cavilando, cavilando, hasta me estoy convenciendo de que como a la familia Roig le están saliendo enemigos a la sombra de cualquier cardo, hasta pudiera ser que al aprendiz de anarquista no le guste nada el fútbol y simplemente haya cumplido la misión encomendada por un sargentillo con aspiraciones de llegar a general en la revolución por venir.

     Tómese lo expuesto como divagación de ocioso, si quieren, pero no descarten maldades por si acaso.