viernes, 7 de enero de 2011

Chaves Nogales desenmascaró a Lenin y a Stalin antes que Gide


Manuel Chaves Nogales, un "pequeño burgués liberal"
que nunca estuvo dispuesto a abdicar de sus derechos y libertades
"ante ninguna garantía de orden"


Alfredo Valenzuela
Efe

El escritor sevillano Manuel Chaves Nogales criticó los excesos del comunismo y "a Lenin y Stalin en el momento de su pleno apogeo, mucho antes de que lo hicieran otros intelectuales europeos, como André Gide", que también fue de los primeros, en 1936, con su famoso Regreso de la URSS.

Así lo ha afirmado a Efe la profesora de la Universidad de Sevilla Maribel Cintas con motivo de una nueva edición de Lo que ha quedado del imperio de los zares (Renacimiento), el amplio reportaje que Chaves Nogales publicó por entregas en la prensa de Madrid en enero y febrero de 1931, cuando criticar a los soviéticos "no era fácil ni rentable".

-En el ambiente de euforia generado por el triunfo de la revolución bolchevique, pocos se atrevieron a la crítica; no era fácil en la España de 1930 -ha señalado Cintas acerca de esta obra de Chaves Nogales, quien viajó por la URSS en 1928, entrevistó a Alexander Kerenski y a Irene Nemirovski en París, así como a muchos otros exiliados rusos.

Según Cintas, Lo que ha quedado del imperio de los zares es "un reportaje sobre la vida dramática de los dos millones de personas que tuvieron que salir de su país tras aquella sangrienta revolución que, en ese momento histórico, defendía y admiraba la izquierda española".

La propaganda de la época sobre la obra aseguraba que se trataba de "un reportaje más novelesco que muchas novelas". Añadía que contaba "las vidas llenas de aventuras que han llevado desde que fueron expulsados por los bolcheviques los grandes duques, los personajes políticos, los príncipes y aristócratas, los ministros y los generales, los industriales millonarios, los terratenientes y los artistas de fama mundial, hoy diseminados por el mundo, en la mayor miseria".

No obstante, Cintas ha advertido que Chaves Nogales no se sitúa en el sensacionalismo porque "sabe dar el tono justo a lo que cuenta, realidad y emoción se combinan, el lector sale informado y de alguna manera se siente próximo a estos personajes que, ahora sí, en la derrota, han perdido los oropeles del poder y se han transformado, al caer del pedestal, en seres humanos".

Desfilan representantes de todas las clases sociales, como Anastasia, la única superviviente de las matanzas de Ekaterinburgo, Perm y Alepaiev, la amante del zar Matilde Kchesinska, el Gran Duque Cirilo, aspirante al trono de Rusia; Eulogio, jefe de la iglesia ortodoxa en el exilio, hasta estudiantes, artistas, agricultores y militares, y referencias a Rasputín y su asesino Yusupov. También analiza Chaves Nogales en estas páginas organismos como la Checa, que ejecutaba a los enemigos de la revolución, e intercala episodios novelescos como "la historia del pequeño bolchevique enamorado".

-El tono del reportaje es desenfadado, algo habitual en Chaves Nogales, con lo que da al relato una naturalidad y cotidianeidad que convierte en próximos y humanos para los lectores a los más feroces personajes de la revolución y posterior guerra civil -según Cintas, que insiste en que siempre "hay humanidad en la contemplación por parte del periodista de estos seres, vencedores y vencidos".

Tal vez la humanidad propia de quien se definía a sí mismo como un "pequeño burgués liberal" que nunca, según sus propias palabras, estuvo dispuesto a abdicar de sus derechos y libertades "ante ninguna garantía de orden, por fuerte que sea" y que dejó escrito: "Todo revolucionario, con el debido respeto, me ha parecido siempre algo tan pernicioso como cualquier reaccionario".