jueves, 15 de octubre de 2015

Excelentes y Excelentísimos

 Infracciones municipales
 para que el Kichi salga en la Cuatro

Lecciones de Historia
 dadas de balde desde el consistorio


Francisco Javier Gómez Izquierdo
    
    En el Hospital Reina Sofía, un grupo de sabios estudia todos los días el modo de salvar vidas. Ayer mismo, hicieron renacer a un niño con la cuarta parte del hígado de su abuela. En el Reina Sofía ejercen extraordinarios cirujanos de casi todas las disciplinas médicas y un día sí y otro también reciben de sus pacientes el reconocimiento que se merecen. Los días que hacen milagros los sacan en los papeles y las teles y es cuando los ciudadanos en general se reconcilian con las personas que de verdad merecen la pena y los cordobeses en particular se enorgullecen de ese oasis de conocimiento que se afana en el Hospital Universitario.

      Se ha convertido en costumbre que en el Reina Sofía se hagan trasplantes de órganos con técnicas desconocidas -digamos mejor, no experimentadas- en el resto de España. Este año la palma se la lleva el hígado y es cosa que me tiene maravillado. En verano, el doctor Javier Briceño y su equipo,  de un solo hígado anónimo sanó dos enfermos, uno de ellos con apenas doce meses. Ayer, los responsables de hacer perfectamente las más difíciles tareas, escondían pudorosos la figura tras una abuela generosa y feliz abrazando a un nieto que lleva carne de su carne.

      Que parte de mis impuestos vayan a lo que seres eminentes como el doctor Briceño dispongan, me reconcilia un poco con la Hacienda. Si además el doctor y otros tales como él enseña en la Facultad de la ciudad y entre sus alumnos escucha mi tierno infante, entiendo que no debe inquietarme la suerte que pueda correr mi criatura.

      Desde mi admiración hacia estos profesionales perfeccionistas en todo lo que hacen no puedo dejar de acordarme de ese Kichi, sindicalista y profesor sin alumnos, que ha trocado en alcalde sin plancharse la ropa y que desde su sillón consistorial habla como los malhechores del penal de El Puerto.

      “..tengo infórmenes”, dice el Kichi como “El Chocolate” al Juez de Vigilancia en el recurso del permiso denegado: “ eñoría, tengo güenos infórmenes de los fusionario de la carse..”.
      
El Kichi dicen que es profesor, pero es poco amigo de la ciencia. Sus quehaceres en Cádiz se han limitado a poner sueldo a unos cuantos colegas, más de catorce asesores dice la prensa del lugar, y a enseñar Historia desde el Ayuntamiento. Uno de sus asesores da categoría casi de bando a los disparates del Excelentísimo Señor Alcalde.