sábado, 10 de octubre de 2015

La sastra



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

El anticipo de la Segunda Transición debe de ser este Segundo Tiernismo que Pdr Snchz ha montado en Madrid con Manuela Carmena, la abuela que, según la prensa de los “gafapastas”, nos trajo las “libertaes”, defendiendo (todo indica que anónimamente) la causa del Derecho frente a Franco como el juez Coke frente a Jacobo I.
Esas “libertaes” incluyen, siquiera para el verano, un “sans-culottismo” menestral y madrileño.
Hay que cambiar la absurda moda de los hombres de llevar traje en verano –ha dicho la alcaldesa, que podría hacer del estanque del Retiro la playa del Algarrobico en Carboneras, Almería.

“Carmena se llama el sastre / que viste a la gente bien. / Hace trajes y hace abrigos / como muy pocos se ven”, contó Eugenio Suárez que cantaban en la radio de los 30.

Esta alcaldesa es la hija de aquel sastre, oficio que da mucho juego a Quevedo en “El sueño de la muerte”. Y Gecé, entusiasta del militar español (“superior a nuestro cura”), dice que Millán Astray tenía dos aversiones, los chistes groseros y los sastres (“porque al tomar medidas de los pantalones rozaban los genitales del cliente”).

¿Y cómo, saliendo de una sastrería, puede nadie estar en contra de los trajes?

Porque los progres son esclavos de las malas lecturas (para meterse en la época de la alcaldesa, hay que ver “Esquizo”, de Ricardo Bofill, con la pobre Serena Vergano buscando durante toda la película un trapo que ponerse), y Carmena, por su edad, debió de tomarse en serio las enfermedades de la indumentaria de Roland Barthes, que era lo “fashion”.

Mas no hay constancia gráfica de la sastrería donde dice ella, en la esquina Gran Vía/Hortaleza (a dos pasos, ay, de la botica en cuyo escaparate estuvo expuesta la pierna de Antonio Sánchez El Tato, que, cuando se la amputaban, sólo dejó escapar un suspiro: “Adiós Madrid”), sino en Príncipe, 24, Duque de Alba, 4 y Plaza de Santa Ana, 6, casi lo que hoy constituye el triángulo de la moda china. El futuro.