sábado, 12 de enero de 2013

Rusia

Diana Krall

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Primero fue Depardieu, el cómico. Ahora, Nastase, el tenista… Todo el mundo parece mirar a la Santa Rusia.

    Éramos europeístas de Turgueniev y otra vez somos rusos de Tolstoi. O de Putin, que en el Youtube toca el piano mitad Felipe Campuzano mitad maestro Ibarbia, aunque uno preferiría a Diana Krall.
    
Cuando la guerra del 14 estábamos en un pueblo catalán –contaba una noche Eugenio d’Ors en la tertulia de Cañabate–, contemplando un mapa de Europa, y haciendo cábalas estratégicas. Un payés miraba atentamente el mapa, y de pronto dijo: “Ya sé quién va a ganar. Estos”. Y señalaba a Rusia. “¿Por qué?”, le preguntamos. “Pues porque les coge de bajada”.
    
Rusia no ha perdido una guerra desde Iván el Terrible, gracias, según otro catalán, Cambó, a su estrategia del colchón: el puño se hunde en el colchón todo lo que se quiera, pero el colchón, por su reacción elástica, vuelve a expulsar el puño y a recobrar su línea normal.
    
La historia del colchón también se la oí contar a Berlanga y a Luis Ciges, que fueron juntos a la División Azul y que, si vivieran hoy, alucinarían con esta huida de la Europa de los Soprano.
    Rusia vuelve a cogernos de bajada, siquiera de impuestos, y el contribuyente esquilmado corre con sus cuartos al colchón ruso.
   
 –No crean que nos gusta este tren –nos dice a los españoles el alcaldón de Gerona sobre el Ave Barcelona-Figueras que les ha puesto Mariano.

    Al nacionalismo catalán le dan el Ave a Figueras, la Liga española y el Balón de Oro con votaciones de conde de Romanones, pero quiere más.

    –¿Qué más te puedo dar, Sandro?
    
Es el más y más de Mas.

    En este querer más, la industria separatista de Barcelona no se diferencia de la industria burocrática de Bruselas, y contribuyentes hay que al salir de la oficina de Hacienda no pueden evitar un burgués “¡Viva Rusia!”

    De hecho, este invierno, entre señoritos lo que se lleva es quitar la calefacción y calentarse con el “Kasatchov” de Georgie Dann.