Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Ana y Mariano, como los conoce la campechanía democrática, sostienen que los Juegos de Madrid serían el escaparate de España al mundo, pero el mundo sólo ve de Madrid la cara de Bárcenas, cruce del soprano Paulie Gaultieri y el seleccionador francés Didier Deschamps, o sea, una cara que se te queda.
Se dice que, para hacernos el escaparatismo de la crisis, el “New York Times” tiene en Madrid a sus mejores sabuesos tras la pista de los divorcios por ruina, que es una cosa que en su día ya denunció el cardenal Segura, y de los suicidios por desahucio.
–¿Cómo ha podido prosperar de tal forma el mito del suicidio motivado por la crisis? –pregunta John Kenneth Galbraith en “El crac del 29”.
En lo que Galbraith llama “la prensa de penique” de Londres hubo verdadero regodeo en torno a las escenas imaginarias del centro de Nueva York: especuladores que se arrojaban desde las ventanas, peatones que seguían sus recorridos sorteando con delicadeza los cuerpos de los financieros caídos… El corresponsal americano de “The Economist” protestó indignado contra aquella imagen de supuesta carnicería.
Galbraith (nada que ver con los Bush) afirma que la ola de suicidios que siguió en Estados Unidos al crac de la Bolsa forma parte también de la leyenda de 1929.
–En realidad, no hubo ninguno.
Pero cuando la ideología entra por la puerta la realidad se tira por la ventana.
En el 29 se daba por supuesto que los especuladores frustrados tienen una propensión al suicidio similar a la de los alcohólicos y tahúres.
–A Fulano lo mató el mercado.
La prensa de penique, como su propio nombre indica, es progre, y en América, con Obama en el sillón, no hay nada que vender. Todos, pues, a “la teocracia de Rajoy”, que diría Carmen Vela, nuestra madame Curie, en busca de esa información que se acomode a nuestra opinión sobre el capitalismo: una familia rota por el divorcio, una vida truncada por el suicidio…
Con ustedes, “The New York Times”.