El gran Piné en lo de Arsenio
Antier
ENTRE DOS AMORES: BURGOS Y CÓRDOBA
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Consumado el descenso del Córdoba a 2ªB, tanteé la posibilidad de abonarme al Betis por afincarse allí el chico y por temer un servidor perecer sin el aliento quincenal de un estadio. El cambio de chaqueta es de fácil disimulo, pues de blanquiverde pasaba a simplemente verdiblanco. Mientras dudaba renové el abono cordobesista y la salud de un hermano, allá en Burgos, se resquebrajaba. Si será exagerada mi drogadición que es posible me apunte al Burgos por tener la impresión que mis subidas a Gamonal van a ser frecuentes y prolongadas. No sé. Quiera Dios que los períodos se acorten. Llevo en danza desde San Pedro.
El caso es que en estas mañanas de julio antes de acercarme al Hospital tomaba café en “lo” de Arsenio junto al antiguo colegio de párvulos -esta categoría ya no existe ¿verdad?- de lo que entonces era pueblo de Gamonal y allí he coincidido con el gran Piné, el aficionado más fiel que haya tenido nunca el Burgos. Lo he visto en El Arcángel, Villamarín o Sánchez Pizjuán siempre detrás de lo que más quiere... después de su madre que ya ha cumplido los 92 en la carretera de Poza. Cuando sólo se tatuaban los presos, los legionarios y los marineros, Piné se tatuó el escudo del Burgos como ese amor de madre del presidiario que en días de bajón en la celda no es capaz de quitarla de la cabeza.
“...se ha roto la cadera y está chunga mi “vieja”...” dice Piné mientras
mezcla al Cartagena con el Rácing y el chupito con el café. Es posible
que Piné sea una exageración, pero para mí es admirable su amor
incondicional a un club que tantos disgustos reparte. “Esta temporada
los desplazamientos van a ser más fáciles porque estamos con los
vascos. Ya no tenemos que ir a La Malata, al Toralín, a Pasarón...”
Piné a cada dos palabras se cisca en Dios en una eterna muletilla que
en su ronca voz parece genética herencia. Habla de desplazamientos, pero
el que se desplaza es él con el amigo al que paga la gasolina y la
comida si se lo lleva. “La Balastera está ahí mismo y fue un autobús con los de la Resaka”. Le digo que me veo en El Plantío
muchas tardes y me dice que así le ayudo a llevar la maleta. Esa maleta
de emigrante de los sesenta que guarda en el campo desde que un guardia
de seguridad se la requisó en un partido creo que contra el Rácing. Hay
euforia en Burgos y el personal se ha abonado -van unos seis mil-
porque la llamada viene de fuera. De un argentino que quiso ser
presidente de River Plate y que al no conseguirlo se sintió atraído por
la historia de un club parecido y una ciudad muy considerada en Buenos
Aires. Admitamos que no en balde Juan de Garay, fundador de la
capital, nació en Villalba de Losa y en el Río de la Plata fue también
fundador de Santa Fe de Veracruz. Para ascender a 2ª, que a eso vienen Antonio Caselli y su hijo se han traído al veterano Pisculichi, ex de River y Mallorca -no lo hacía mal- no se sabe en qué condiciones... y antier ficharon a Toché, otro punta con años que junto a unos chicos jóvenes- hay un inglés, Donovan con muy buena pinta- puede que hagan pasar un buen año a la vera del Arlanzón.
¿Y el Córdoba, mi equipo de los últimos 30 años? Pues el actual presidente Jesús León no ha pagado 4,5 millones comprometidos con el anterior propietario Carlos González,
el birlibirloquista empresario que se hizo dueño del Córdoba sin poner
un euro y que después del primer cobro de cinco millones va a quedarse
de nuevo con el club. “Desde las 0,00 horas del día 1 de agosto el
Córdoba es mío”. No se sabe lo que se debe, si habrá denuncias más que
posibles de futbolistas y entrenadores, si el club pasará al nefasto
Carlos González o seguirá a manos del calamitoso Jesús León, si veremos
fútbol de bronce u hojalata... No se sabe nada. Lo único cierto es que
ya han renovado nueve mil aficionados. Quizás no tan sufridores como
Piné, pero casi.
[3 de Agosto de 2019]