Francisco Javier Gómez Izquierdo
No creía yo que la moda de la intimidación liberticida llegara al mundillo de los camellos del menudeo que siempre han arreglado sus negocios con unas pulseras de “colorao” tasadas a ojo. Su discreción, por miserable que nos parezca, les permitía vivir y dejar vivir entre “bazuko” y “bazuko”, pero se ve que los códigos de conducta ya no se respetan ni entre delincuentes y sin asomo de decoro se atreven a exigir sus derechos conforme a la moda de la temporada. Con pancartas chivatonas y legalidad ninguna. Como ese Gordillo que empieza la temporada llevando pobres a buscar tierra ajena. “Tierra y libertad”... dice el himno. O la fémina Colau, que no sabemos qué inteligencia tiene preparada para acabar con los ricos.
A la pintada de Puertollano, pueblo de nombre mentiroso, le falta firma, pero no duden que cualquier año de estos y a la vista del entontecimiento galopante que muestra la delincuencia menor en el país, veremos móviles con ofertas al gramo escritas en las paredes. Al tiempo.
A la pintada de Puertollano, pueblo de nombre mentiroso, le falta firma, pero no duden que cualquier año de estos y a la vista del entontecimiento galopante que muestra la delincuencia menor en el país, veremos móviles con ofertas al gramo escritas en las paredes. Al tiempo.