domingo, 21 de abril de 2019

El Templo





Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Jesús, refiere Juan, hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas, y dijo a los vendedores de palomas:
   
 –Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio.
    
Eso incluye a los millonarios que se pegan por donar dineros para reconstruir Notre Dame y a los arquitectos que se llevarán esos dineros con el timo de “un espacio laico, transparente, inclusivo y ecológico” donde la flecha de Viollet-le-Duc. Y también a esos socialistas y comunistas que tuitearon lágrimas por una catedral ardiendo en Francia, con todas las que sus ismos quemaron en España. Sin olvidarnos, ay, de los periodistas que señalaban al incendio de Notre Dame y hacían de París el símbolo de la unidad europea, sólo porque en París se echaron de jóvenes una novia y porque Roma les suena a capital llena de curas.

    Entonces, prosigue Juan, los judíos preguntaron a Jesús: “¿Qué signo nos das para obrar así?” Y Jesús les respondió:
    
Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar.
    
Dice Juan que los judíos le dijeron: “Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?” Pero que Él se refería al templo de su cuerpo.
    
Macron (si fue un accidente, debería haber dimitido ya medio gobierno) prometió levantar la catedral en cinco años, lo que, con la diferencia de estatura, vendría a ser como los tres días de Jesús. Los arquitectos, que aquí hacen de judíos recalcitrantes, piden al menos quince años, pero Macron se refiere a su persona, es decir, a su forma de pasar a la posteridad. Antes del incendio, sólo era el presidente que apaleaba a los franceses en las rotondas. Después, es el presidente al que se le quemó Notre Dame, que no es el centro de la Cristiandad (pronto lo será de la Socialdemocracia), pero tampoco el patinejo de los Lindo.
    
Macron será a Notre Dame lo que Cecilia Giménez al Ecce Homo.