martes, 4 de febrero de 2014

Omaítas




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Esto de azuzar a la chusma contra los personajes públicos completa el dibujo de la democracia española, en la cual todo el mundo dice sólo lo que los demás quieren oír.

    Los Morancos ven a las viragos agrediendo a un príncipe de la Iglesia que les lleva la contraria (habría que ver la actitud de esas esas mismas viragos ante el piropo machista de un albañil cegado por la altura del andamio), ¿y qué van a decir, si no quieren que les rompan las gafas como a Rouco?
    
Todos Omaítas.
    
Tranquilo, señor, que eso no va por usted –dijo el ministro Soria al Príncipe de Asturias en el Castillo de la Luz de Las Palmas cuando desde un corrillo de chusma salió un berrido de “¡Felipe!” tal y cual.
    
En Londres, durante la visita del general Eanes a la Reina, un caballo de la carroza dejó escapar lo que un cronista con clásicos a cuestas llamaría céfiro infecto de olímpicos embates. Su Graciosa Majestad ofreció sus disculpas al estadista portugués, que contestó:

    –No se preocupe, señora. Pensé que había sido el caballo.
    
En el caso del ministro Soria no hay malentendido, sino intento de resolver el problema de la realidad como Espada el problema de Dios: negando su existencia.
    
El omaitismo es el ismo de los tiempos y hasta en la destitución periodística de Ramírez alguien quiso ver la decapitación del tartaja Desmoulins, que un día escribió: “Lo que diferencia a una monarquía de una república es una sola cosa: la libertad de hablar y escribir.”
    
Para su felicidad, Desmoulins no conoció la Ley de Defensa de la República de nuestra República, pero su frasecilla la recoge el chico de la coleta de “Podemos” y se permite elaborar su propio omaitismo perrifláutico: “Ser monárquico es incompatible con ser demócrata”.

    El Reino Unido de Churchill o la República Bolivariana de Maduro.
    
Con la incorporación de Los Morancos al debate constitucionalista, empieza a configurarse el núcleo duro de una Agrupación al Servicio de la República.