Ya están los niños de San Ildefonso calentando sus tráqueas de querubín con gárgaras de cazalla, o comoquiera que las calienten. Ya están los parados alternando la cola del Inem con la de Doña Manolita. Ya están las unidades móviles de las teles autonómicas planificando el dispositivo de sus hipertróficas coberturas en pos de la imagen totémica, inveterada, de una maruja en trance de congestión o una crespa cabellera de choni goteando cava. Ya se ha presentado, señores, la campaña del sorteo de la Lotería de Navidad en el Palace.
Al mediodía el hotel de Camba y Duran i Lleida comparecía petado como si el bombo estuviera ya cargado de futuro. Mucha prensa, obsequiada con pendrives y blocs a la entrada. Y azafatas. Las periodistas, buenísimas todas. Cuando las periodistas superan en esplendor textil y cosmético a las azafatas significa que el minutaje de la noticia en el telediario será de los largos. Antonio San José, que ha pasado de la extinta CNN al gabinete de Loterías, presenta a una presentadora de La 2 encargada del saque de honor del tópico sonrosado que articula este año la campaña publicitaria: “Fábrica de sueños”. Lo que se dice una cosa original, arriesgada, que nadie ha usado todavía en ámbito audiovisual alguno. “No empieza realmente la Navidad hasta que sale el anuncio de la Lotería”. “Es el día más mágico del año”...
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