Cuando te embiste un victorino te sientes torero.
Manuel Jesús El Cid
Manuel Jesús El Cid
José Ramón Márquez
Por respeto a la afición, decían. Por respeto al respetable, que se decía antes. Los toros de El Puerto no tenían ni el trapío ni el peso que sus matadores requerían. Sólo su elevado sentido del deber y de la responsabilidad hacia la afición que casi llenó los tendidos les llevó a no poner en marcha el lock-out que habían ideado por la mañana y dar la corrida, para que no se diga que son ellos los que tensan la cuerda en estos tiempos revueltos que vivimos.
Y ahora sería deseable que se pronunciasen también sobre los victorinos de Bilbao, que se ve a todas luces que esos toros no tienen ni el peso ni el trapío que demandan Julymportant, Josechair y Cayeyacht, los guardianes de las esencias del trapío, la romana y la presentación. Es que ves las fotos y lo primero que piensas es: “Ni tienen trapío, ni romana, ni presencia”, porque a ver a quién se le ocurre criar semejantes bichos, con esos cuernos, que parece que lo que quieren es coger, con esas miradas huecas que sólo dan miedo.
Y la verdad es que tienen toda la razón nuestros héroes de El Puerto, porque ¿quién va a descacharrar un reloj, aunque sea de arena, con esos cuernos y esa maldita cara y con esos ojillos rasgados de esos malditos toros que no hablan de arte sino de pavor? ¿Quién se va a poner a dar cien pases, importantes todos ellos, a esos bichos asquerosos con esa pinta de tobilleros y resentidos? ¿Quién se va a anunciar con esos desagradables animales, tan faltos de estilo y de educación, que lo mismo te arrean una corná y estás un mes sin poder hozar en las ubres de la tal Eva, como un Adán?
Así que, a falta de un manifiesto en defensa de la fiesta, tan amenazada en este verano por los compinches de Millet en el dichoso Parlament(o), bien podían nuestros tres mosqueteros de El Puerto, solidarizándose con sus compañeros, hacer otro manifiesto pidiendo la retirada inmediata de Bilbao de esos seis bichos que ni tienen el peso, ni el trapío, ni las cabezas que a ellos les gustan.
Por respeto a la afición, decían. Por respeto al respetable, que se decía antes. Los toros de El Puerto no tenían ni el trapío ni el peso que sus matadores requerían. Sólo su elevado sentido del deber y de la responsabilidad hacia la afición que casi llenó los tendidos les llevó a no poner en marcha el lock-out que habían ideado por la mañana y dar la corrida, para que no se diga que son ellos los que tensan la cuerda en estos tiempos revueltos que vivimos.
Y ahora sería deseable que se pronunciasen también sobre los victorinos de Bilbao, que se ve a todas luces que esos toros no tienen ni el peso ni el trapío que demandan Julymportant, Josechair y Cayeyacht, los guardianes de las esencias del trapío, la romana y la presentación. Es que ves las fotos y lo primero que piensas es: “Ni tienen trapío, ni romana, ni presencia”, porque a ver a quién se le ocurre criar semejantes bichos, con esos cuernos, que parece que lo que quieren es coger, con esas miradas huecas que sólo dan miedo.
Y la verdad es que tienen toda la razón nuestros héroes de El Puerto, porque ¿quién va a descacharrar un reloj, aunque sea de arena, con esos cuernos y esa maldita cara y con esos ojillos rasgados de esos malditos toros que no hablan de arte sino de pavor? ¿Quién se va a poner a dar cien pases, importantes todos ellos, a esos bichos asquerosos con esa pinta de tobilleros y resentidos? ¿Quién se va a anunciar con esos desagradables animales, tan faltos de estilo y de educación, que lo mismo te arrean una corná y estás un mes sin poder hozar en las ubres de la tal Eva, como un Adán?
Así que, a falta de un manifiesto en defensa de la fiesta, tan amenazada en este verano por los compinches de Millet en el dichoso Parlament(o), bien podían nuestros tres mosqueteros de El Puerto, solidarizándose con sus compañeros, hacer otro manifiesto pidiendo la retirada inmediata de Bilbao de esos seis bichos que ni tienen el peso, ni el trapío, ni las cabezas que a ellos les gustan.