José Ramón Márquez
No me extrañaría, conociéndolos, que todo el lío éste que se traen con el chip fuese una vendetta entre ellos, que se tienen tanto odio los unos con los otros que no resulta descabellada la hipótesis.
Resulta que un grupo de investigación del CSIC envía un artículo a Science, que es como si dijéramos las páginas centrales del Play Boy en plan ciencia, un artículo sobre un chip que analiza la actividad enzimática de una célula. La utilidad de eso será, sin duda, enorme, y necesitaríamos tener línea directa con Martínez A. para que nos explicase, a los legos y a Zapatero, la importancia del hallazgo. Pero el caso es que, una vez publicado, vienen a decir los del propio CSIC, su Comité de Ética (sic) nada menos, que el invento es ful; vamos, lo mismo que cuando se descubrió que Miss no sé qué era un travesti. Al parecer, un premio Nobel que ha estado probando el chip en el laboratorio dice que a él le funciona. Por si sirve. Entretanto se forma un lío monumental, que ya está bien que para una vez, de Pascuas a Ramos, que meten un artículo en Science, resulta que trae toda esta indeseable cola. Y es que el nuevo modelo de crecimiento basado en la I+D+i ésa del que hablaba Zapatero antes de tocar pelo, como alternativa al odioso ladrillo, parece que no acaba de arrancar.
Menos mal que Dios aprieta pero no ahoga. Y así, sin salir del CSIC, aunque sea de forma mucho más humilde, tenemos el articulillo que le han publicado a Ginés Morata, el Señor de las Moscas, sobre su enésimo descubrimiento relativo a la simpática Drosophilla, que yo pensaba que ya no quedaba nada por hacerle a la bendita mosca, animal pelmazo por naturaleza, pero que aquí se demuestra que aún quedan decenas de pifias que se pueden ensayar con ella, para que se fastidie. En este caso, han publicado un mecanismo supresor de los tumores de la mosquita, o sea de los que la provocan a la mosquita sin que Mosterín diga ni mú, aunque reconoce el bueno de Ginés que “no hay evidencias de que un fenómeno como el descrito en las moscas ocurra también en vertebrados o en humanos”.
Como somos positivos y de gramática parda apuntaremos que sabido es que un grano no hace granero, aunque más nos interesaría en este ferragosto que, mosca por mosca, se pusiesen a investigar en algún insecticida que nos inhibiese a los humanos de la presencia de esos insectos y de sus primos los mosquitos. El artículo lo ha publicado el hombre en el boletín de la PNAS y me dicen los viejos del lugar que en otras épocas mejores Ginés juraba sobre la tumba de Ochoa que antes muerto que publicar ahí. Yo creo que, a fin de cuentas, mejor ahí que ningún sitio y, sobre todo, en Science, que levantas más ampollas y luego mira lo que pasa con la tradicional envidia española.
Y hablando de ciencia y de envidia, y aprovechando que R. y C. han pasado parte de sus vacaciones de verano en Oviedo, me viene un recuerdo especial para la impar Margarita Salas, que este año tampoco podrá enseñorearse del brazo de su simpática mascota, el Bacteriófago, por las calles de la capital asturiana para proclamar urbi et orbe (al mundo y para el mundo, se lo traduzco por si la fallan los latines) su altiva humildad de sabia constantemente incomprendida.
No me extrañaría, conociéndolos, que todo el lío éste que se traen con el chip fuese una vendetta entre ellos, que se tienen tanto odio los unos con los otros que no resulta descabellada la hipótesis.
Resulta que un grupo de investigación del CSIC envía un artículo a Science, que es como si dijéramos las páginas centrales del Play Boy en plan ciencia, un artículo sobre un chip que analiza la actividad enzimática de una célula. La utilidad de eso será, sin duda, enorme, y necesitaríamos tener línea directa con Martínez A. para que nos explicase, a los legos y a Zapatero, la importancia del hallazgo. Pero el caso es que, una vez publicado, vienen a decir los del propio CSIC, su Comité de Ética (sic) nada menos, que el invento es ful; vamos, lo mismo que cuando se descubrió que Miss no sé qué era un travesti. Al parecer, un premio Nobel que ha estado probando el chip en el laboratorio dice que a él le funciona. Por si sirve. Entretanto se forma un lío monumental, que ya está bien que para una vez, de Pascuas a Ramos, que meten un artículo en Science, resulta que trae toda esta indeseable cola. Y es que el nuevo modelo de crecimiento basado en la I+D+i ésa del que hablaba Zapatero antes de tocar pelo, como alternativa al odioso ladrillo, parece que no acaba de arrancar.
Menos mal que Dios aprieta pero no ahoga. Y así, sin salir del CSIC, aunque sea de forma mucho más humilde, tenemos el articulillo que le han publicado a Ginés Morata, el Señor de las Moscas, sobre su enésimo descubrimiento relativo a la simpática Drosophilla, que yo pensaba que ya no quedaba nada por hacerle a la bendita mosca, animal pelmazo por naturaleza, pero que aquí se demuestra que aún quedan decenas de pifias que se pueden ensayar con ella, para que se fastidie. En este caso, han publicado un mecanismo supresor de los tumores de la mosquita, o sea de los que la provocan a la mosquita sin que Mosterín diga ni mú, aunque reconoce el bueno de Ginés que “no hay evidencias de que un fenómeno como el descrito en las moscas ocurra también en vertebrados o en humanos”.
Como somos positivos y de gramática parda apuntaremos que sabido es que un grano no hace granero, aunque más nos interesaría en este ferragosto que, mosca por mosca, se pusiesen a investigar en algún insecticida que nos inhibiese a los humanos de la presencia de esos insectos y de sus primos los mosquitos. El artículo lo ha publicado el hombre en el boletín de la PNAS y me dicen los viejos del lugar que en otras épocas mejores Ginés juraba sobre la tumba de Ochoa que antes muerto que publicar ahí. Yo creo que, a fin de cuentas, mejor ahí que ningún sitio y, sobre todo, en Science, que levantas más ampollas y luego mira lo que pasa con la tradicional envidia española.
Y hablando de ciencia y de envidia, y aprovechando que R. y C. han pasado parte de sus vacaciones de verano en Oviedo, me viene un recuerdo especial para la impar Margarita Salas, que este año tampoco podrá enseñorearse del brazo de su simpática mascota, el Bacteriófago, por las calles de la capital asturiana para proclamar urbi et orbe (al mundo y para el mundo, se lo traduzco por si la fallan los latines) su altiva humildad de sabia constantemente incomprendida.