jueves, 7 de noviembre de 2024

Collot d’Herbois



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


El fenomenal intérprete de “Huevos de oro” ha estado en La Habana, que es Cádiz con más negritos, si nos dejamos llevar por Antonio Burgos, o la Corte del Rey Sol y Menores a Buen Precio, si nos atenemos a la poética definición propuesta por José García Domínguez.


El fenomenal intérprete de “Huevos de oro” es un personaje que, entre rodaje y rodaje, persigue el ideal platónico de fundir en una sola imagen realidad y justicia, razón por la cual ha aprovechado su parada en la encantadora isla-presidio para pasarse por el cuartelillo del servicio de propaganda de la casposa dictadura comunista y soltar un pensamiento cuya simple formulación le ocuparía, seguramente, todo el vuelo Madrid-La Habana:


Si las cosas marcharan como debieran en este mundo, habría que juzgar a Bush, a Blair y a Aznar por sus crímenes de guerra.


Y si ese tribunal estuviera constituido por los Bardem, miel sobre hojuelas, claro.


Pero, incluso con el Touchard traducido por Pradera en la mano, la declaración del fenomenal intérprete de “Huevos de oro” representa en sí misma la apoteosis de una calabaza, y no merecería más importancia, si no fuera porque estuvo precedida de otra declaración aún más compleja:


Soy sólo un actor, pero también vivo y me duelen las cosas, sucedan donde sucedan.


Sólo un actor. ¡Pues no ha dicho nada! Sólo un actor era Collot d’Herbois, pero también uno de los más elocuentes bocazas de la Convención. Cuando Lyon plantó cara a los terroristas de París, ¿en quién pensó la Convención para arrasar la ciudad como escarmiento? En Collot d’Herbois, que una vez había sido víctima de una rechifla en un teatro lyonés. En compañía de Fouché, por entonces el más canalla de los jacobinos, Collot d’Herbois no dejó títere con cabeza entre el distinguido público que tanto lo había humillado. Ambos pusieron en marcha las carnicerías colectivas por razones humanitarias o “véritable sensibilité”:


Queríamos librar al mundo del espectáculo tremendo de ejecuciones constantes, ininterrumpidas. Sí, hemos tumbado doscientos condenados con una sola descarga, y esto es lo que se nos reprocha. ¡Pero esto es, en realidad, un acto de moderación! Si se arrastra a la guillotina a veinte condenados, puede decirse que mueren los últimos veinte veces. Con nuestro sistema caen veinte traidores a la vez.


Yo creo que, con ejemplos así, la superioridad moral del actor queda (históricamente) demostrada. 

Jueves, 7 de Noviembre

 


Calistenia

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Clooney



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


George Clooney pasa por ser el tío más guapo del universo. Yo creo que también es el más tonto. Porque hay que ser muy tonto para, siendo tan guapo, no estarse callado. Igual que los celos, de hacer caso al grande Eça de Queiroz, no son sentimientos de mujer rubia, la política no es conversación de hombre guapo. Que Pepe Sacristán coja por banda a uno de esos turistas descuidados que se dejan caer por Chinchón y le pegue un tabarrón contándole los malos ratos que le hizo pasar a Franco haciendo el tolai en una película con María Luisa San José, vale. Sacristán es feo como un nublo, y el cine español es una industria de feos –dan muy bien de “milicianos”, que es el papel que nunca falta– con morro y escudilla. ¡Pero... Clooney!


Clooney dice que su cine puede cambiar el mundo y que ese mundo estaría muy bien gobernado por Obama, que viene a ser como el Rodríguez de América, pero en “soul”. Obama, que es negro, quiere llegar a la Casa Blanca. En el camino, para no quedar como maricón delante de la señora Clinton, dijo que él le declararía la guerra a Pakistán, aunque luego, para no espantar al voto pacifista, aclaró que él en ningún caso utilizaría la fuerza nuclear, cargándose de un plumazo la estrategia de disuasión de los Estados Unidos de América. Obama, pues, presidente, y Clooney, secretario de Cultura, porque estos serían capaces de montar ese chiringuito fascista –toda actividad cultural que tenga que ver con un Gobierno es fascista– en la democracia de Tocqueville.


El problema es que en mi país se confunde capitalismo con democracia –dice Clooney, que no ha leído a Tocqueville, pero que hace cine para ponerle a huevo el mundo a Obama.


Clooney sabe que nuestras culturas ministeriales –el euroidiotismo, en una palabra–, y esto lo tiene bien explicado Fumaroli, no tienen más fundamento que la de sostener una guerrilla de fachada con los Estados Unidos sobre el campo de batalla del cine: tras la coartada anunciada de una “resistencia cultural a los Estados Unidos”, combatimos a los Estados Unidos democráticos, pero permanecemos jadeantes ante unos Estados Unidos “modernos” que, en realidad, ocultan o desfiguran su índole democrática y su tradición propias. El progresismo (el marxismo, diría Fumaroli) no se disuelve en cuanto los progresistas gozan de la seguridad y hasta del lujo.


Al contrario. Jamás es tan útil, porque, en la panoplia de excusas que se busca una existencia aburguesada, es sin duda la más intimidatoria para el prójimo y la más confortable para sí mismo. 

Miércoles, 6 de Noviembre

 


Casa Toni

martes, 5 de noviembre de 2024

El mus de Bolaños



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


La derecha culta finge conmoción por la traducción simultánea al lenguaje de signos que una ministra del gobierno hizo en el Banco Azul del “speech” que a su lado improvisaba Bolaños, Notario Mayor del Reino, componiendo triángulos o deltas con las manos. A esa derecha culta no la escandaliza la existencia de un Banco Azul en el Parlamento, y tampoco la de un ministro de Justicia, el que sea, sentado en ese Banco Azul. Para la derecha culta, “la democracia es un sistema de gestos”, y sólo a los gestos responde con sus dengues. “¡Sacar la lengua en el templo de la palabra! ¡Qué obscenidad!” Si llega a ser tan culta como Steiner, la derecha estaría denunciando el “fascismo de la vulgaridad”.


Vulgaridad, para entendernos, es el “¡Luis, puedes sentarte!” del mequetrefe que presidía la Convención al que había sido su rey. O que nuestra Constitución fuera aprobada por una simple Asamblea Legislativa, y no por unas Cortes constituyentes. Así, pues, la vulgaridad general de las opiniones políticas no viene de las ideas tópicas que la sustentan. Lo tópico, como dice mi ensayista, suele ser falso, pero no vulgar:


La vulgaridad de los escritores de tópicos proviene del tipo vulgar de poder político al que apoyan, capaz de engendrar una infinidad de vulgaridades más dañinas.


La oratoria, para los clásicos, es una ciencia que nace de cierto punto de calor, y los descamisados españoles vamos siempre calientes con una frase de Bolaños, como aquel personaje de Proust iba siempre suspendido en una “frase” de Vinteuil. Cuando Bolaños dice en el Banco Azul: “Por conocer en profundidad las pesquisas de los autos…”, la ministra traduce con señas de mus, haciéndonos ver que tiene, o los tres reyes (morderse el lateral del labio inferior) o los tres pitos (sacar la lengua lateralmente), lo cual, en el mus de Bolaños, significa que está en posesión de los tres ases o poderes del Estado, Presidencia (Ejecutivo), Relaciones con las Cortes (Legislativo) y Justicia (Judicial), un guiño de ojo (seña  de la Treinta y Una) a Hamilton, que situó la tiranía “donde todo está en una mano”. ¿Había necesidad de traducirlo? Bueno, los oradores saben que un gran descenso de voz (Lee Marvin cantando “Estrella errante”) o una pausa de absoluto silencio (Jesús Quintero) pueden causar un escalofrío de emoción… Para el auditorio español, tan variado en sexo, edad y condición, sigue valiendo la receta de Pemán: “Espuma para las mujeres, cifras para los pedantes, trémolo para los emocionales, ironía para los frívolos, gritos para los adormilados…”


Pero la inmensa minoría de la derecha culta (Pons, Sémper, Cayetana) juega a representar el fin de lo decimonónico como Juan Ramón, dandy y señorito que fue con traje gris y guantes a visitar a su amigo Villaespesa, en cama con fiebre; le estrechó la mano, sudosa de calentura, y al salir, con disimulo, se quitó los guantes y los dejó caer en la acera.


[Martes, 29 de Octubre] 

Martes, 5 de Noviembre

 


Sed de mal

lunes, 4 de noviembre de 2024

La caída de Carletto


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Fue como en la mítica viñeta de “Hermano Lobo”: “¡O nosotros o el caos!”, gritaba a los de la boina un baranda en un mitin electoral. “¡El caos, el caos!”, contestaban los de la boina. “Es igual, también somos nosotros”, remataba el baranda, como hubiera podido rematar Ancelotti al término del partido loco con el Dortmund en el Bernabéu.


No podemos dejar caer a Ancelotti –se sinceró públicamente el héroe del partido, Vinicius, que en la primera parte se enredó en algunos regates ante el murmullo del piperío, que sigue siendo insufrible.


El piperío es una masa amorfa pastoreada por los medios que refunfuña con los regates fallidos de Vinicius pero que pone los ojos como bolitas de alcanfor con los trotes de Modric. ¿Por qué? ¿Por qué en todos los campos de España rabian contra el Madrid y ovacionan a Modric? Porque así se lo indican los mismos medios que en su día coceaban a Modric y preferían a Cazorlita y a De las Cuevas.


En el descanso de la noche del Dortmund la situación se presentaba tan oscura como el reinado de Witiza. El 0-2 de los alemanes (Courtois había evitado el 0-3, probablemente definitivo), más la perspectiva del Clásico, parecía el presagio de la caída de Ancelotti y su “payesía”, ese conservadurismo suyo de payés del Ampurdán. Con el segundo gol alemán apreciamos cierto tambaleo moral en el entrenador italiano, y de su banquillo salía constantemente un personaje vestido de ayudante que gritaba como un Simeone a los futbolistas, que hasta Mbappé lo mandó con un gesto a hacer gárgaras. También Davide, el hijo, impartía instrucciones. Era como si ellos no contaran con lo que tiene Ancelotti que no tiene nadie: Vinicius. “¡Balones altos a Eloy!”, gritaba Muñoz contra Bélgica en México’86. “¡Balones (altos o bajos, da igual) a Vinicius!”, debió de gritar Ancelotti al equipo en el descanso.


Los guardianes de los valores madridistas (Tote, Mijatovic, Ussía, Balboa, Schuster, Granero…) llevan toda la temporada con el tabarrón de reeducar (?), bajo pena de venta, a Vinicius, y en lo peor del partido Viniciu coge el balón y hace el gol más futbolero que uno ha sentido en su vida. Un gol que hace que Ancelotti “caiga hacia arriba”, como ocurre con el hombre en la dialéctica hegeliana, para que lo entiendan el Flick y el Flock del Nuevo Relato culé. Toda la cazurrería hispánica del piperío, “redonda, alta y esbelta como una mujer bien casada”, quedó retratada en la sagrada improvisación de Vinicius en el caos primigenio del juego.


Cuando pronosticaron que Azaña llevaría a España al caos, el chulazo alcalaíno respondió, sarcástico, que le gustaría ver el caos, para saber qué era. El caos es Vinicius con un balón de cuero que el genio (nada de recetas de Newton) ha convertido en oro, para asombro de Joaquín Sánchez, el gagman bético, y de Eric García, el Manolo Escobar culé.


Hay que decir que Vinicius hizo su “hat-trick” en la Portería de los Goles del Bernabéu, donde es muy importante ganar el sorteo para atacar por ahí en las segundas partes. Ramos lo sabía, y cuando regresó con el Sevilla ganó el sorteo e hizo cambiar de campo a los equipos, por fastidiar. La burricie hispánica, una burricie que se nutre de cebada a base de cañas de cerveza en las terrazas, atribuye a los cambios de Sahin en el Dortmund. Es la burricie que pide el Balón de Oro para Rodrigo, primero porque así no se lo damos a Vinicius, y luego, si hay que poner algo sobre la mesa, porque es español, cuando desde Cánovas todos sabemos que es español el que no puede ser otra cosa.


¿Tiene comparación Vinicius? Hay una secta pipera que atiende por “El Bueno Es Rodrygo”. Allá ellos. Vinicius, en los toros, sería Gallito y El Gallo en uno. Rodrygo, si acaso, sería El Cuco, cuñado de los Gallo. Un día que El Cuco no paraba de decir “porque nosotros los Gallo”, Rafael le interrumpió para corregirle: “No, Cuco. Gallo soy yo. Tú eres Cuco”.


¿Ancelotti o el caos? El caos. Es igual, el caos también es Ancelotti. Téngase en cuenta para entender el Clásico de hoy entre el campeón de la Champions, que viene de golear al subcampeón de la Champions, y el subcampeón de la Liga española, que viene de golear al subcampeón de la Liga alemana.



El otro Simeone

[Sábado, 26 de Octubre]

Lunes, 4 de Noviembre

 



Vértigo



domingo, 3 de noviembre de 2024

Civilizaciones


Fernando Villalón


Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural



“Oriente no es nada más que divertido”, le dijo una vez a Ruano el conde de Keyserling, una especie de Savater alemán más serio, más alto y más guapo. También le dijo que el país con más porvenir era España. Y le explicó cómo veía él los grandes movimientos:


Primero América, luego Rusia y al final el renacimiento español.


Según estas cuentas, la hora de España habría llegado. Sólo hay que ver cómo habla Zapatero en la casa del padre de Kojo Annan, donde por dos veces ha propuesto una Alianza de Civilizaciones. ¿Alianza contra quién? Contra la derecha, que es América. ¿Qué civilizaciones? La de los progres agnósticos del Occidente con la de los clérigos recalcitrantes del Oriente. ¿Por qué medio? El sentimentalismo creativo. ¿Con qué fin? “Osama, mátanos.”


Y nadie se asombra.


El acto primordial de asombrarse, dice Steiner en “La idea de Europa”, y el desarrollo teórico-lógico es platónico y aristotélico hasta la médula: “De ahí, en última instancia, el avance de la ciencia y la tecnología europeas y, posteriormente, americanas por encima de todas las demás culturas.”


¿Cómo? ¿Unas culturas por encima de otras? Esto no viene en mi Kipling, que dice que el Oriente es Oriente, el Occidente es Occidente y jamás se encontrarán.


Vea mucho y lea poco –fue el consejo del conde de Keyserling a Ruano.


Vemos que los españoles hemos puesto en la Onu el semen –por decirlo en el lenguaje a la moda del alto capitalismo catalán, ese vaso de agua clara– de la Alianza de Civilizaciones y, dentro de nueve meses, ya veremos. Nadie nos asegura que la cosa no tendrá éxito, y que no tendremos que hacer lo que el gran Villalón propuso como solución para las plagas de langosta en el campo: capar los machos. Pero estamos hablando de mucha propaganda y, por tanto, de muchísimo dinero. ¿Quién regateará en el seno de semejante Alianza? Porque la civilización, como creía el Séneca de Pemán, empezó el día en que el que pedía veinte se conformó con diecisiete, y maduró del todo el día en que pidió veinte el que en realidad sólo quería diecisiete.


Yo creo que sí, que vuelve a ser la hora de España. Regateemos. El camino nos lo muestra el valleinclanesco Ancho Quintana, que aboga por un Estado con muchas naciones. Esto, desde luego, no viene en el Touchard, pero ¿qué importa? Lo definitivo es que seamos muchas naciones, y todas regateando para saldar la deuda histórica con una sola, que es “Galicia, hey, miña terra nai”. 

La Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso


Manuel Manilla


Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.

En esta noche clara que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

CÉSAR VALLEJO

Domingo, 3 de Noviembre

 


Bóvido y cánido

El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

 DOMINGO, 3 DE NOVIEMBRE


En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?». Respondió Jesús:


-El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos.


El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:


-No estás lejos del reino de Dios.


Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.


Marcos 12, 28b-34

sábado, 2 de noviembre de 2024

Amor constante más allá de la muerte*






Lauda de entrada


Ignacio Ruiz Quintano

Nadie muere si vivió de veras. Se mueren sólo los muertos. Si la vida es algo,
 no es de ningún modo nuestra vida, sino la vida nuestra en los demás.
 La inmortalidad es memoria. Temblor de primavera ausente,
 en el invierno del recuerdo. Milagro
.
César González-Ruano


    Al principio, según Mingote, la gente eran sólo dos.

    Nada convence como una buena hipótesis, y la de Mingote es una hipótesis magnífica. El resto bien podemos imaginarlo. Pero, de Pío Baroja a Rocío Jurado, ¿a dónde va toda esa gente que Mingote viene despidiendo desde hace cincuenta años?

    –Ya estoy despedido –apunta Ramón Gómez de la Serna en la lauda de entrada a su libro Los muertos y las muertas–. Tenemos que evitar que suceda lo que en las conferencias telefónicas, que las cortan cuando nos falta la despedida. Yo ya quedo despedido.
    
Se supone que, si Mingote acude a despedirte, es que uno va a ir al cielo.
    
Al cielo iremos los de siempre –avisa un libro de Mingote.
    
Al cielo de Mingote, naturalmente, pero cielo al fin y al cabo, que es un cielo que todo el mundo se imagina con algo de vida en el campo o de veraneo en el Norte.

    Foxá contó una vez cómo el padre Guepin, abad mitrado de Silos, paseando por sus soleados claustros románicos con unos amigos, suscitó la conversación de cómo imaginaba cada uno al cielo.
 Todos expusieron sus visiones: conciertos sacros, espectáculos sin tedio, goces sin pecado...
    
Yo –dijo el padre Guepin– me lo figuro como un eterno paseo, por los jardines del Paraíso, haciendo “respetuosas objeciones” al Ser Supremo: Señor, ¿por qué hubo enfermedades? ¿Para qué hicisteis a los microbios? ¿Qué objeto tenía el planeta Júpiter?
    
Veraneo en el Norte o vida en el campo. El mejicano Julio Torri, precursor del texto breve –humor, audacia y perfección–, anotó en La vida del campo, inspirada en Villiers de l’Isle Adam:


M. M.

    “Va el cortejo fúnebre por la calle abajo, con el muerto a la cabeza. La mañana es alegre y el sol ríe con su buen humor de viejo. Precisamente del sol conversan el muerto y un pobrete –acaso algún borracho impenitente– que va en el mismo sentido que el entierro.

    ”–Deploro que no te calientes ya a este buen sol, y no cantes tus más alegres canciones en esta luminosa mañana.

    ”–¡Bah! La tierra es también alegre y su alegría, un poco húmeda, es contagiosa.

    ”–Siento lástima por ti, que no volverás a ver el sol: ahora fuma plácidamente su pipa como el burgués que a la puerta de su tienda ve juguetear a sus hijos.
    
”–También amanece en los cementerios, y desde las musgosas tapias cantan los pinzones.

    ”–¿Y los amigos que abandonas?

    ”–En los camposantos se adquieren buenos camaradas. En la pertinaz llovizna de diciembre charlan agudamente los muertos. El resto del año atisban desde sus derruidas fosas a los nuevos huéspedes.

    ”–Pero...

    ”–Algo poltrones, es verdad. Rara vez abandonan sus lechos que han ablandado la humedad y los conejos.

    ”–Sin embargo...

    ”–La vida del campo tiene también sus atractivos.”


M. M.

    Cuando muere un gran hombre, vino a decir Leon Bloy, siempre añade algo a la Vía Láctea. Y no pensaba en la pasarela de la popularidad. La popularidad, tiene para sí Mingote, no es nada.
    
Es más importante el aprecio de la gente que importa, las personas de talento, los maestros, como Wenceslao Fernández Flórez, que estaba firmando en la Feria del Libro. Le llevé el primer tomo de sus Obras Completas para que me lo dedicara, y el maestro, amablemente, era muy amable, escribió una dedicatoria: “Con amistad y admiración a Antonio Mingoti”. O sea, me admiraba, pero no tanto como para aprenderse mi apellido. Se empezaba a perfilar nítidamente mi arrolladora personalidad.

    A Fernández Flórez, por cierto, no le hacía gracia alguna que la exhibición del ataúd donde el interesado va tendido, tan largo como es, sin hacer nada, ofreciera contraste tan agudo con la actividad, con el ajetreo circundante, que para el muerto tiene que resultar vejatorio.

    –La prisa de los demás, reveladora de vida, produce, sin duda, una especie de humillación en el difunto. A nadie le puede gustar, por lo menos en los primeros días, que le recuerden que ya no existe, y pasar inactivo, tumbado, entre la riada de apresurados chóferes que hacen sonar las bocinas, de vendedores clamorosos, de transeúntes diligentes, parece que es ir diciendo: “¡Fastidiarse, amigos, que yo me he asegurado ya la holganza!”
    
No creía arriesgado suponer que el muerto hubiese sentido la inquietud de la proximidad de la noche: el miedo a llegar al camposanto en sombras ya, cuando todo es allí más extraño y temible:

    –Si a uno lo dejan en su nicho con sol, parece que la instalación es menos impresionante; pero el difunto mejor bragado no puede menos de sentir terror, si toma posesión de su tumba entre tinieblas. Dígase lo que se quiera, la primera noche que se pasa en un cementerio, aunque se disponga de un buen panteón, no tiene nada de agradable. No es posible el descanso, se extraña todo y a cada instante se espera que ocurra algo tremendo.
    
La muerte moderna, tiene observado Octavio Paz desde su laberinto de la soledad, no posee ninguna significación que la trascienda o refiera a otros valores.

    –En un mundo de hechos, la muerte es un hecho más.


M. M.
   
Pero como es un hecho desagradable, la filosofía del progreso pretende escamotearnos su presencia: “En el mundo moderno todo funciona como si la muerte no existiera. Nadie cuenta con ella. Todo la suprime: las prédicas de los políticos, los anuncios de los comerciantes, la moral pública, las costumbres, la alegría a bajo precio y la salud al alcance de todos que nos ofrecen hospitales, farmacias y campos deportivos. Nadie piensa en la muerte, en su muerte propia, como quería Rilke, porque nadie vive una vida personal. Para el habitante de Nueva York, París o Londres, la muerte es la palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios.”

    –La muerte es un espejo que refleja las vanas gesticulaciones de la vida.
    
César González-Ruano, que sigue siendo el escritor al que mejor se le han dado los muertos, sabía que los muertos no se terminan nunca y tuvo la impresión de que se muere un poco en cada amigo que nos deja:
    
La vida no es mucho más que eso: la fe de ella que dan quienes nos conocen. El día que nadie nos pudiera conocer seríamos como muertos sin enterrar. Vivimos en tanto que vivimos en alguien. Tiene sólo sentido la vida en tanto que alguien nos ama o nos estima. La muerte es el desconocimiento, la indiferencia. A los muertos los han querido, pero ya no los quiere nadie. Si alguien les siguiera queriendo en todo el vigor de la actualidad, de la realidad del amor, resucitarían.
   
 Si Ruano es el escritor al que mejor se le han dado los muertos, Quevedo es el escritor que más y mejor se ha encarado con la muerte.

    –Quevedo es el tremendo español, y por eso anda a vueltas como nadie con el tremebundismo de la muerte –dirá, en apoteosis de necrología, el gran Ramón de los muertos y las muertas–. Quevedo estuvo siempre ensayándose con la muerte.
    
En el Sueño de la muerte, la muerte avisa que eso –huesos descarnados con una guadaña al hombro– no es la muerte. Dice la muerte:


M. M.

 
   –Eso no es la muerte, sino los muertos o lo que queda de los vivos. La muerte no la conocéis, y sois vosotros mismos vuestra muerte: tiene la cara de cada uno de vosotros y todos sois muertos de vosotros mismos. La calavera es el muerto y la cara es la muerte; y lo que llamáis morir es acabar de morir, y lo que llamáis nacer es empezar a morir, y lo que llamáis vivir es morir viviendo, y los huesos es lo que de vosotros deja la muerte...
    
A Ramón lo estremece de Quevedo la proposición de que caminemos muertos para no dejar de vivir, como si nos diese la contraseña para pasar frente a todas las garitas en que la muerte vigila. Y se agarra al descomunal soneto en que Quevedo juega con toda la mitología griega del otro mundo: el alma en la laguna, orillados los recuerdos, Caronte aguarda.

    –Su mejor poesía –concluye Ramón su Quevedo– es esa en que habla de sus cenizas enamoradas, soneto con algo de epitafio de sí mismo: Amor constante más allá de la muerte.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Medulas que han gloriosamente ardido:

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado
.

    Mientras aguardaba a su boda con una viuda –¡nada que ver con Lisi!–, Quevedo tuvo la obsesión de expresar poéticamente, al hilo de Propercio, la idea de la pasión amorosa sobreviviendo a la fugacidad del cuerpo. El amor, que diera sentido a la vida, había de dar sentido a la muerte.

__________
*Prólogo para el libro de necrológicas  
Serán ceniza, mas tendrá sentido, de Antonio Mingote
Ediciones Luca de Tena, 2006



M.M.


Chirino



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


El genio de Martín Chirino ha dado con un nuevo signo de la cruz en la catedral de Burgos, en cuyo claustro la audacia de unos hombrecillos con dientes de sierra e ideas de bombero –lo cortés no quita lo valiente– ha taladrado la piedra con berbiquí de taco y alcayata para colgar en las paredes, ¡por los clavos de Cristo!, ruedas... de molino.


Símbolo resplandeciente de la victoria sobre la muerte y las fuerzas tenebrosas, la cruz es el arte del Año Mil, cuando los primeros crucificados del Occidente obran el cambio de la sensibilidad religiosa. El “via crucis” es la gran oración que la piedad popular crea en la Edad Media: una escuela de sufrimientos y de consuelo, tiene dicho el único sabio que nos queda, el Papa alemán, frente al programa actual del mundo, que consiste en desterrar el sufrimiento a todo trance, aunque el mundo, así, se vuelva duro y frío:


Quien desee eliminar el dolor, también deberá eliminar el amor, que no puede existir sin dolor, pues exige autorrenuncia.


Giordano Bruno creía –creencia que consumó su perdición– que, con la cruz, los cristianos se habían apoderado de un antiguo y poderoso talismán de los egipcios. Bruno, y esto lo explica Octavio Paz en un intrigante capítulo de su “Sor Juana”, lo había leído en Marsilio Ficino, para quien la “crux ansata” era un poderoso talismán astral que los egipcios adoraron por ser una futura profecía del futuro descenso de Cristo, “aunque no lo sabían”, aclara Ficino, un cínico, al fin y al cabo, sin ganas de “ruidos con la Inquisición”. Bruno, en cambio, durante el interrogatorio no acertó a contextualizar lo leído, y admitió que “el signo de la cruz era más antiguo que el cristianismo y que en el tiempo que floreció la religión de los egipcios, en tiempos de Moisés, ese signo estaba inscrito sobre el pecho de Serapis, y que por eso los planetas y sus influencias tenían mayor eficacia... como cuando los rayos solares caen sobre los puntos cardinales en ángulo recto y forman una cruz...”


De la cruz de El Paso a la cruz de Burgos: una cruz, ésta, que sale de un árbol que es el árbol del eterno laberinto de Chirino, toda su vida, ahora lenta y exquisita como un pase natural, a vueltas con la espiral, que pasa por una vuelta a lo religioso.


Nunca hay que renunciar a la espiritualidad.


En 1890, en una carta firmada por Silverio Lanza, que inserta en su novela “Ni en la vida ni en la muerte”, se escribe: “Prefiero sentir a pensar, y las ceremonias del culto católico me hacen sentir de manera exquisita.” 

Sábado, 2 de Noviembre

 


Luna madrileña

viernes, 1 de noviembre de 2024

La Perpetua


Antonio García-Trevijano

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


En el plebiscito de Moldavia para ingresar en la UE de Ursula von der Leyen, la que nadie ha votado, los medios europeos, que ignoran la diferencia, decían “referéndum”, en el cual, cuando parecía ganar el “no”, denunciaban “¡injerencia rusa!”, pero cuando al final ganó porque sí el “sí”, entonaron el “hosanna” liberalio. Y es que en las patocracias el voto tiene el mismo valor que la blanca doble en el dominó, cosa que ya sabía Romero Robledo, seguro, el hombre, de que, si un voto sirviera para algo, votar estaría prohibido. ¿A qué vienen, pues, esas colas domingueras para votar?


Instruido, dice él, por la última fase de la Dictadura, donde se votaba pudiendo no hacerlo sin riesgo, Trevijano, el último demócrata que ha dado España (el otro fue Francisco Miranda) tuvo la intuición de que la pasión de votar proviene de un sentimiento del deber derivado de otra pasión más profunda: la pasión de obedecer.


Y junto a ella, esas pasiones populares que comunican a los espíritus pobres o lúdicos la gran sensación de estar determinando, con su entrega a las corrientes gregarias, el orden de la sociedad.


El voto podía ser determinante en la “democracia representativa” de Hamilton, quien ya observó la “alarmante indiferencia en el ejercicio de tan valioso privilegio”, palabro del que se vale el partido demócrata de Obama para acabar… con el voto, carente de sentido en un sistema que ha petado. El Congreso, recuerda Yarvin, no es ya un órgano parlamentario, sino burocrático, un sistema de comités.


Los congresistas son recaudadores de fondos, no estadistas, y dejan todo el trabajo “legislativo” a sus equipos, que lo delegan en grupos de presión y activistas. El resultado es un sistema de monstruosos proyectos de ley ómnibus que nadie lee en su totalidad y que no se parecen en nada al sentido histórico de la palabra “ley”.


La izquierda académica de Sheldon S. Wolin admite que lo técnicos políticos de Superpoder (eso que nos imaginamos como Deep State) “ven con agrado la apatía de los votantes, dado que la política viene a reproducir la estructura y la cultura del capitalismo corporativo: racionalizada, capitalizada, dirigida, dominada por elites, ferozmente competitiva y dependiente de la tecnología”.


La controversia teológica sobre el voto ha vuelto a poner de moda entre los gringos a Schmitt (así, el libro de Ellen Kennedy), que veía en la práctica de la democracia indirecta el modo de ignorar precisamente al pueblo reunido como tal, porque es propio del ‘bürgerliche Rechtsstaat’ ignorar al soberano”, y los compromisos institucionales de las Constituciones modernas están diseñados para ignorar a ese pueblo.


La pasión de votar –concluye Trevijano instrumenta la enajenación partidista del pueblo y asegura la vida de una clase gobernante oligárquica y degenerada, que en su origen, durante el Directorio, se llamó “perpetua”.


Son los banqueros de Pla, unos señores que os dejan el paraguas… cuando hace sol.


 [Viernes, 25 de Octubre]

Cuando hay muerto





Samain diría el aire es quieto y de una contenida tristeza.

Vallejo dice hoy la Muerte está soldando cada lindero a cada hebra de cabello perdido, desde la cubeta de un frontal, donde hay algas, toronjiles que cantan divinos almácigos en guardia, y versos anti sépticos sin dueño.

El miércoles, con uñas destronadas se abre las propias uñas
de alcanfor, e instila por polvorientos
harneros, ecos, páginas vueltas, sarros,
zumbidos de moscas
cuando hay muerto, y pena clara esponjosa y cierta esperanza.

Un enfermo lee La Prensa, como en facistol.
Otro está tendido palpitante, longirrostro,
cerca a estarlo sepulto.
Y yo advierto un hombro está en su sitio
todavía y casi queda listo tras de éste, el otro lado.

Ya la tarde pasó diez y seis veces por el subsuelo empatrullado,
y se está casi ausente
en el número de madera amarilla
de la cama que está desocupada tanto tiempo
allá ……………………………….
enfrente.

CÉSAR VALLEJO

Viernes, 1 de Noviembre

 


IA

jueves, 31 de octubre de 2024

Chirac



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


El presidente Rodríguez cuenta a quien lo quiere oír que el político internacional que más favorablemente lo ha impresionado es Chirac. No es para menos. Nunca olvidaremos ese retrato de Rodríguez buscando con la mirada en el cielo el birlibirloque que le señala el dedo índice de Chirac, presidente del país de los intelectuales, al que le han escrito un libro para que diga que a América la descubrieron los vikingos. 


Nunca he sentido admiración por las hordas llegadas a América para destruirla –declara el presidente del país de Jean Florin, el abuelo chiraqués que en las Azores se hizo con el tesoro de Moctezuma que Cortés había enviado al Rey de España.


¿Cómo puede ser tan tonto el presidente del país de los intelectuales que viene de bombardear hasta su aniquilación a la Fuerza Aérea de Costa de Marfil? Pues porque a tantos intelectuales sólo puede mandarles un analfabeto. En la República Francesa, Chirac es aquel rey que creía ir vestido de una tela que no podían ver los tontos, pero con buena mano para el mal, a fin de evitar que cualquier niño, apuntándole con un dedito sucio, denuncie su total y ridícula desnudez, arruinándole su prestigio.


No fue Colón quien descubrió América. Fueron los vikingos –insiste.


Pero él es de los que, ya que no pueden forzar a los americanos a llevar en primer término el mote de francos, los anima a posponerse el mote de latinos. Latinismo: un alcahuete de Francia. Nuestros costumbristas sabían que el latinismo francés nunca ha querido decir otra cosa que “modas de París”:


Quiere decir literatura francesa, vinos franceses, sombreros franceses, menús franceses, oratoria, filosofía y educación francesas.


Pobre Chirac desnudo, metido a tutor de los españoles, hermanos pequeños de la “raza latina”, cuando el único documento en latín que llevaron con Colón a América era una carta de los Reyes Católicos para el Gran Khan, que no fue entregada por falta de destinatario. El propio Colón se lo explicó a Foxá:


Sobre mí han dicho tantas cosas en las fiestas de la Raza... Para unos soy judío; para otros, portugués. En mi estatua de Barcelona estoy señalando con un dedo al Mediterráneo. Diga usted que nací en América. ¿Las carabelas? De construcción francesa. ¿Los tripulantes? Blancos, algo vago. El grumete diga que era antepasado del presidente Auriol, que eso hará muy buen efecto entre los intelectuales. ¿La reina Isabel? Silencio. ¡Una reina! Y castellana, y reaccionaria, y católica. No; no hable de ella. ¡Ah, si pudiéramos decir que los navíos fueron armados por una república laica, con créditos votados en el Parlamento y ante una iniciativa de la minoría socialista! Le aseguro que no hemos tenido suerte. 

Jueves, 31 de Octubre

 


Valle de Esteban

Félido entejerado

Halloween




¿Truco o trato? 

miércoles, 30 de octubre de 2024

Chikilicuatre



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


De la fusión de democracia (gente que vota y paga impuestos) y cultura (gente que cobra impuestos y vota) sale Chikilicuatre, corona del Siglo de Oro que nos estamos dando en España. Steiner diría que esto es el “fascismo de la vulgaridad”, pero ¿quién es Steiner, al lado de Molina, el ministro del ramo cultural?


Ganar dinero e inundar nuestras vidas de unos bienes materiales cada vez más trivializados es una pasión profundamente vulgar, que nos deja vacíos –dice Steiner.


Sí, sí. El vacío esencial, la falta de sentido, “le manque d’être”...


Cuando se hace memoria de todo lo que a nosotros nos resultaba próximo y evidente durante las décadas de los años sesenta y setenta, y de cuántos espacios abiertos se anunciaban entonces, no podemos menos de considerar nuestra actualidad, desde un punto de vista subjetivo, como una situación única de embotamiento: nueva vulgaridad en el ámbito de lo social, nueva escolástica en lo teórico, embrutecimiento en los medios de comunicación, resentimiento entre los más viejos, ambición entre los más jóvenes... Una época, en suma, carente de espíritu –dice Sloterdijk.


Es lo que Chikilicuatre llama bailar el chiki, chiki. Sloterdijk y Steiner están bien, pero a la hora de pedir dinero de bolsillo los cultos no tiran de la chaqueta de Steiner o de Sloterdijk, sino de la de Molina, que es lo que ha hecho Marset, que tiene nombre de portero de balonmano, pero que dirige el Instituto de Artes Escénicas y que ha pedido una mejora salarial al ministro como “gesto de gran trascendencia en el mundo de la cultura”.


¿Y el canon? –pregunta el pueblo, que anda en la TV de tertulia, en lugar de estar en la carretera echando alquitrán.


El canon, como tiene dicho el ministro, es el derecho a que los intelectuales cobren por su trabajo, como lo hacen los médicos.


¿Los médicos? Que uno sepa, el Ministerio de la Salud todavía no cobra dos euros de más por cada loncha de panceta en previsión de que, dado el elevadísimo índice de colesterol de la panceta, quien se la coma acabará en al ambulatorio, aunque todo podría andarse, teniendo de ministro del ramo a ese zapato impar que es Don Bernat.


Se necesitaba el advenimiento del reino de los abogados, siglo diecinueve, para que se colocaran estacadas y cotos en el dominio del espíritu –dice Julio Torri.


Molina, antes que ministro, es abogado. Lo que está por ver es que Chikilicuatre sea espíritu. 

La Segunda División. 14.- El Cádiz


 San José, Mágico González y Pepe Mejías



Iván Alejo y sus líos


Francico Javier Gómez Izquierdo

      

     Al Cádiz lo devolvió a la élite no un artista sino un currante, Álvaro Cervera "el Gafa", al que sustituyó Sergio González. Dos tipos éstos respetados por el cadismo, pero los Kichis de la política y no sé qué historias de dineros denunciados entre los amos del club fueron envenenando el ambiente hasta llevar al club a Segunda división.


     En mi modesto parecer el Cádiz empezaba con plantilla fiable y entrenador serio, Paco López, que no sé por qué no acaban de acoplarse una y otro. Paco López empezó en portería con el Churripi del Burgos y a los pocos partidos lo cambió por el barbudo David Gil, eterno reserva del Conan Ledesma y ahora vuelve de nuevo Caro a la titularidad en un vaivén que alcanza también a los defensas. Los mueve a menudo y esta indefinición es verdad que resta seguridad. Servidor cree que los cambios los hace porque el público silba en demasía a los jugadores y así Iza o Luis Hernández en el lateral derecho -Iza marcó un gol raro al Oviedo en la última jornada y se encaró con sus aficionados al tiempo que a Fali en la grada se le veía de pie gritando "pitad ahora, pitad ahora". Por Fali, al que le pasan muchas cosas raras cuando juega, suele salir Kovavevic, once años menor que hace pareja con Víctor Chus, canterano merengue que es indiscutible. En el lateral izquierdo tampoco es fijo Matos, excelente zocato que tan bien lo hizo en Burgos. El exrealista Zaldúa y Glauder del Alcorcón son alternativas en la zaga.


        En el 4-4-2 de Paco López es el deficiente funcionamiento de la media, lo que me sorprende, pues Ontiveros es un pelotero virguero que no entiendo cómo no acaba de romper, y es Ocampos, bastante menos dotado, por izquierda el que suministra a los de arriba con mejor criterio. El expucelano Alcaraz debería ser más influyente y Kouame más contundente. Arriba Chris Ramos no decepciona, además de trabajar como un peón lleva cinco goles, siendo el jugador más en forma. Los reconocidos nueves Roger o Sobrino alternan con Mwepu, la estrella de la temporada pasada en el Atlético Sanluqueño.


   Dejo para el final a Iván Alejo, extremo que resume el desquiciamiento cadista: siempre cabreado, molestón, trapacero, faltón de palabra y obra, se le ven todos los defectos de carácter, en vez de prodigar clase y calidad de las que no anda huérfano.


       En Cádiz azota un aire, para mí que es el Levante, que condiciona el espíritu soñador del cadista, siempre a la espera de algo parecido al Mágico González y como asume que lo del Mago fue casi un sueño irrepetible pide que aparezca un nuevo Pepe Mejías, otro Kiko  y si no hay más remedio pues... un Chico Linares.


    Muy mal ambiente en Cádiz, aunque creo que Paco López enderezará el incierto rumbo.