jueves, 9 de mayo de 2013

Feria

Domingo Ortega

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Mientras se cuecen otros Pactos de La Moncloa, empieza la Feria, que en Madrid dura lo que el Diluvio, razón por la cual los Noés de la Comunidad contrataron una cubierta para la Plaza que, según sus palabras, era una imitación de la de Miguel Ángel en San Pedro, pero el viento se la llevó en una noche sin luna.

 Y, si en Roma “dimitió” el Papa, en Madrid no se dio por aludido ni el ordenanza.

    –¡Pirabando de buten!
    
Con el cartel en la mano, estamos ante la peor Feria de la Historia, que es una muletilla de abonado.
    
El abonado taurino no es un marciano, y se vale de muletillas para andar por una sociedad que sopla pipermín y cree que lo que toma son esmeraldas fritas.

    Es la hora de soltar la gedeonada definitiva:

    –Hoy se torea mejor que nunca.
    
Los toros son como todo.
    
Para mi generación, el periodismo eran Wolfe, Talese, Revel o Montanelli. Hoy los estudiantes de periodismo han escogido a Évole, Griso y Lorenzo Milá. Son la Generación Mejor Preparada de la Historia y en España se torea mejor que nunca.

    –¿Cómo es posible que se diga que hoy se torea mejor que nunca? –protesta Domingo Ortega en su conferencia del Ateneo–. ¿Cuántas veces han visto ustedes echarle a los toros la pierna adelante, antes de llegar a la jurisdicción del torero? Yo he visto lo contrario: cuando más, de perfil, pero casi siempre del perfil para atrás; o lo que es lo mismo: destoreando. Porque, repito: no es igual dar pases que torear.
    
Y muestra grabados de Pedro Romero, sesentón, cargando sobre la pierna contraria con el estoque. Y de Martincho dando un pase con un sombrero en que también está sobre la pierna. Y de Cara Ancha
    
Torear, pues, no veremos.
    
Pero es que en Madrid uno ya no va a ver torear. Va a ver toros de lidia, animal que en la moderna tauromaquia, donde tanto estorba, no es más que el convidado de piedra. Con cuernos (en Madrid), pero sin sangre. De piedra. Y el arte del toreo, ay, radica en el peligro que el toro tenga.