lunes, 5 de noviembre de 2012

Elogio de la chulería de Cristiano

El Duque de Alba
Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Anunciado por el periódico de un Grande de España, Thiago Messi vino a Barcelona, que para los culés es el mundo, a las 17,14 horas, se supone que para vengar lo del Conde-Duque de Olivares.
    
Si sería humilde Jesús que, pudiendo “naser” en Bilbao, “nasió” en Belén.
    
Si será humilde el chiquillo de Messi que, pudiendo nacer en el mercado de invierno, ha nacido canterano.
    
Porque la humildad –dice Sandro, con voz de vocalista de “Viva la gente”– es no hacerse el chulo. Como Messi.
   

Eso todavía está lejos del “a humilde a mí no me gana nadie” de Zapatero en la tribuna del Congreso, pero nos vale para darnos cuenta de que Sandro tiene una idea de la chulería un poco zarzuelera.

    –De puro chulo me llamo Timoteo.
    
Que es como decir “de puro chulo me llamo Leo”.
    
Cosa que no puede decir Messi, porque para chulo de zarzuela hace falta cierta estatura y tendría que ponerse tacones cubanos o subirse a un cajón de “mahous”. Pero chulo, es chulo. Y a su manera, muy chulo.
    
En la Francia de antes de la Revolución los campesinos eran obligados a hacer callar las ranas de las lagunas del feudo cuando tenía lugar un nacimiento en la familia del señor. En la Cataluña de antes de la Independencia, la nobleza culé ha puesto tan chulamente a los gacetilleros a echar amapolas en las lagunas para hacer cantar a las ranas con motivo del nacimiento del vengador del Conde-Duque.
    
Si Messi viviera en Madrid sería otro Potele, pero mojaría pan en el vermú, apagaría las bombillas a salivazos o tocaría el organillo con el codo. Como vive en Barcelona, debe contentarse con “fer pinya”, que en su caso es empinarse sobre la “pinya” y ser el “enxaneta” que corona el "castell", o sea, como Freixa en la Federación.
    
Pero el que vive en Madrid es Cristiano y esto , al margen del Citius, Altius, Fortius, para Sandro resulta de una chulería inaceptable, como de llevar los calcetines almidonados o sacar raya a los calzoncillos.
    
También el piperío silba por chulo a Cristiano, pues el piperío del Bernabéu es como el “7” de Las Ventas, ése que quiso echar al corral al toro “Bastonito” y que pitó a Padilla… ¡por chulo!, pues ni en Las Ventas ni en el Bernabéu cabe otro chulo que el abonado del “7” y el pipero del señorío a la sal.
    
Padilla se plantó un día ante el “7” y les dijo lo que Fernán Gómez al admirador que le pedía un autógrafo fuera de hora: “¡A la m…!”
    
Ésa fue la única faena que Padilla hizo en Madrid.
    
Y ésa, ay, es la única faena que a Cristiano le queda por hacer en Madrid.
    
El doctor Marañón, que estudió la pasión de mandar del Conde-Duque, concluyó que su fallo fue no hacerse perdonar el mando, “pues es nuestro pueblo celoso hasta el paroxismo ante las grandes capacidades individuales”.

    Cristiano tendría que hacerse perdonar el mando, pero tiene el magnífico orgullo de aquel portugués que fascinara a Keyserling porque cuando el duque de Alba invadía su país se adelantó, sombrero en mano, hacia el general en un puente y le dijo:
    
Passai, passai, que náo vos farei mal.

Padilla

LA PEGADA
    Los chicos de la Logse que quieran entender el carácter español sin leer a los del 98, que se fijen en el ataque combinado de la cáfila mediática contra Mourinho (cien victorias) y Cristiano, porque ahí está expresado el proverbial berrinche hispánico contra la inteligencia y la excelencia “venga de donde venga”, que esta vez, para mayor humillación, no viene de Francia o de Alemania, sino de Portugal, cuya lírica no saliva con la envidia española que ahora, para nombrar la exuberancia de goles blanca, tira de un concepto para “morroskos”: la pegada.

Morrosko