Aquel Betis copero de Iriondo
Francisco Javier Gómez Izquierdo
El atractivo de la Copa está en esos duelos a vida o muerte entre iguales o parecidos, pues aunque sorpresas tipo Alcorcón o Novelda (son graciosos accidentes que alegran a los débiles), a las finales siempre acuden los mismos. Las semifinales de esta edición trajeron a un Atlético extraño por una mala tentación -creo- del entrenador Simeone al que ya le han adjudicado una escuela filosofo-estratégica a la que llaman cholismo. El caso es que el estratega pudo al filósofo e imaginó un plan de combate novedoso colocando a Diego, Arda y Coke en la zona vital del campo de batalla cuando nunca habíamos sospechado de tales inclinaciones. Ese centro del campo no es cholismo y el Atlético en el pecado tuvo la penitencia, porque si no sabemos si Ancelotti inyectó sangre en los ojos de sus futbolistas, lo que pareció evidente es que el míster colchonero optó por un poco de sosiego para los suyos. Es cierto que en los goles hubo mucha fortuna, pero también lo es que la intensidad blanca fue bastante superior a la del rival y que por momentos los atléticos parecían descolocados y sorprendidos ante una agresividad inesperada con un Pepe que volvió a ser el Pepe inabordable y macarra y un Arbeloa que desquició como solía.
El partido fue emocionante, que es lo mejor que puede ser un partido, y tuvo mucha vida hasta que Di María se vistió de elegante para enviar un regalo a Jesé, que agradeció del mejor modo posible. Cuando el balón entraba Courtois pareció menos Courtois y las Canarias más que el País de Gales.
En la otra eliminatoria, si mucho no me equivoco, quedó demostrado que salvo milagrosa mejora el Barça ya no es el Barça. En vez de fichar un par de centrales por la mitad de lo que costó Neymar, Rossell compró a precio de oro un problemón innecesario -Deulofeu y Tello estaban ahí- que no mejorará el equipo. El disimulo en las trampas de Mascherano no se va a poder tapar hasta junio, a Xavi no se le ve suelto en las cuestas, Messi mira más a Brasil que a las gradas del Camp Nou... y lo de Iniesta es ya alarmante. A la Real la mutiló el árbitro y no permitió que sus futbolistas acariciaran por derecho jugar la final de Copa. A pesar del expolio en Barcelona, no es descartable una gesta en Anoeta, que a mí personalmente no me sorprendería.
Con las continuas reformas en la Copa ya se ha conseguido que la competición sea como los torneos de Tenis, dirigida a que la final la jueguen Nadal y Federer. ¿No es más rentable y más emocionante que en un Córdoba-Sevilla, en un Oviedo-Celta o en un Osasuna-Real Madrid pase el que gane un único partido jugado en el campo del débil?
-Está claro que para Barça y Real Madrid no es nada rentable.
Eso es precisamente lo que queremos. Una competición de fútbol única y distinta. Atractiva y golosa. Como una novia. Como una amante.