miércoles, 16 de noviembre de 2011

Alemania. También en los toros


De nuevo en la corrida por la tarde. Un matador implacable, joven, con una cara angulada, casi mongólica, de piel cetrina: Agrabeno (sic). Maestro completo, un bailarín delante del toro. Fue hermoso y digno de verse, pero la forma cobarde y cruel en que el caballo fue ofrecido al toro como premio sigue siendo horrible. En total, un despliegue de brutalidad sorprendente, pues las mismas personas que hacen de esta asquerosa tortura de animales un espectáculo, son los más graciosos y serenos bailadores de sardanas.
Harry Graf Kessler (1868/1937)



Se refiere a la corrida que se celebró en Barcelona el día 2 de mayo de 1926. Toros del Duque de Tovar buenos, recortaditos y finos, para Fortuna, Pepe Algabeño y Niño de la Palma. En El Toreo del día 6 de mayo, Nitrato y Plata reseña así la actuación de Algabeño (Agrabeno en los oídos de un alemán) en su primero:

“Algabeño en su primero bien con el capote; coge los palos y previo adorno coloca un gran par de frente, otro desigual y por último uno inmenso con el toro encerrado en tablas. (Ovación) Con la muleta faena rabiosa, el toro se revolvía en un palmo de terreno y él aguantó todas las acometidas, dando pases ayudados, de pecho y de rodillas; con el estoque, de primeras media y una entera entrando a volapié que hace innecesaria la puntilla (Ovación, oreja y vuelta al ruedo, y para complemento salida a los medios) A mi juicio, el Asesor Cerrajilllas de Córdoba se excedió en conceder la oreja.”

J. R. M.