Toros en Cultura suena a Juan Pedro Domecq; a cariocas; a bajonazos infames; a alguacilillos vestidos de flamenca; a fundas hasta para los cabestros; a sillas, violines y manoletinas; a orejas, rabos y patas en Las Ventas; a más cervatillos de Cuvillo; a ruedas de peones; a Isabel Pantoja de Presidenta; a corridas limpias y desinfectadas; a monteras como la de Padilla; al adiós de la sangre; a verbenas en los corrales; a pasosobles por el hilo musical hasta en los aseos de las plazas; a divisas de purpurina y hierros ganaderos creados por Barceló; a trastos de torear grandes y toros chicos; a muerte del torismo; a tercios de banderillas de velcro; a caballos de picar con petos de lunares; a la abolición de los sorteos; a ley del aborto para fetos con reata demasiado brava; a Ruiz Miguel y Enrique Romero sentando cátedra en la Universidad; a afeitado legalizado; a presidentes durmiendo en calabozos; a avisos de un cuarto de hora; a pico de la muleta; a indultos televisados a través de Telecinco; a puntilleros con el cuchillo del jamón; a las críticas de Karmele Marchante y Coto Matamoros; a quince ediciones más de Del toreo a la bravura; a una película de Disney en 3-D sobre Idílico; a la sustitución del paseíllo por cabalgatas; a los nuevos cánones: pata atrás, toro lejos y torero fuera de cacho; a la supresión del pañuelo verde; a olés por meter la barbilla en el pecho; a tinte de L'Óreal en el mechón de Antoñete; a cámaras de vigilancia en las dehesas, instaladas por apoderados y veedores; suena a la misma basura de siempre, pero con un contenedor mucho más bonito...
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