miércoles, 7 de julio de 2021

Clemenza

 


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Como súbdito de una nación en almoneda, agradezco a Ábalos, su ministro, la franqueza Clemenza (Peter Clemenza en “El Padrino”, de Mario Puzo) al explicar eso, la clemencia sanchista con los sediciosos catalanes, que viene de muy lejos.


    Me gusta Ábalos porque está como ausente, , y se expresa como un nihilista de Dostoyevski atufado en “Los demonios”. La clemencia sanchista, en efecto, es la clemencia española de nuestro siglo veinte, que nunca se termina. ¡Aquel ideal liberalio del ídolo de Aznar, el pequeño Azaña!


    –La República no hará de sus adversarios políticos mártires. Le basta con convertirlos en mendigos.


    El socialsanchismo no quiere mendigos, y de ahí sus Ábalos en copas de balón para quitarle a Junqueras de encima al cobrador del frac del Tribunal de Cuentas. La clemencia sanchista entronca con la clemencia alfonsina con los cómplices de Morral (Pepito Nakens, Mata y demás ralea) en la calle Mayor. O con el Chato de Cuqueta, asesino de los funcionarios judiciales en Cullera (¡cuna del juez para la democracia, que él sabrá cuál, Bosch!), y cuyo indulto imploraron curas, banqueros, pueblo común y hasta la madre del juez asesinado. O con Sancho Alegre, que atentó contra el Rey en la calle del Barquillo y fue llevado, para evitar su linchamiento, al piso de don Florestán Aguilar, el dentista real. O con Besteiro y demás patulea de la huelga revolucionaria del 17. O con Matéu, asesino de Dato en la Puerta de Alcalá, que pasó por el Dueso (mataba el rato arreglando motocicletas) antes de ascender a héroe gamberro en la República, para quien cubrió el centenario del teatro Maravillas. O de los golpista republicanos (decembristas treintañones), a quienes visitó en la cárcel el bobo de Sánchez Guerra… ¡para formar con ellos un gobierno monárquico!


    Fenecida la democracia, se vienen tiempos cesaristas. En su “De Clementia”, y por única esperanza, nos deja Séneca la suerte de que el príncipe sea un sabio. Sánchez y Ábalos, esa diarquía. España es “un presidio suelto”.

[Miércoles, 30 de Junio]