miércoles, 6 de agosto de 2014

Por Norma

 Beatriz Manjón
Abc

Hable con ellas», de lo poco de la parrilla generalista que anima el verano, ha caído hasta el 10,7% sin Montañez y con la entrevista a Norma Duval. Decía Jules Renard que los ausentes siempre se equivocan al regresar –qué pronto aplica una citas a los demás y qué tarde a una misma–, salvo que se sea Belén Esteban o Rosa Benito. «¿Te está afectando la crisis?» «A todo el mundo». «¿Cómo?» «Pues sí». Para una vez que pregunta –¡y repregunta!– la americana... Lo suyo habría sido que hubiera improvisado gráfico comparativo, en pizarra tertulianesca, de los botes de laca que gasta hoy y los que consumía en aquellos tiempos de «Bellezas al agua» o «Desde Palma con amor», donde presentaba con cadencia saritísima, como si se le pegaran las palabras. Lomana supo expresar mucho mejor lo de la falta de «cash». Umbral describió a Norma como la «buenez en estado puro. Ni un concepto, ni una idea, ni un rasgo, ni una gracia, ni un problema, ni una duda, ni nada. El Pollock de la macicez».
 
La artista, que todavía no puede decir lo que Anne Sexton, «una vez fui bella, ahora soy yo misma», aseguró que no se arrepentía de haber apoyado a Aznar en mitin político, aunque no lo volvería a hacer, y confesó estar alucinada y decepcionada con Pujol. Que la Generalitat tire de Rosita Amores, que es revista Amarcord, y no de ella, es, en efecto, un golpe bajo, pues si algo florece con Duval es el capujol. Trató de compensarse la nadería de la charla con una clase magistral de vedette, que, en un país envejecido como el nuestro, donde el asilo es la segunda residencia más factible, se me antoja la mejor salida profesional. Yo ya estoy ensayando desde la escalerilla de la piscina. Hizo cada una lo que pudo –Rociíto elevó los brazos, conato de Norma Desmond, y alguna parecía más bien del «Fósil Bergère»–, pero sin la originalidad y la gracia de Rosa María Sardá en «Ahí te quiero ver», descendiendo por las escaleras cada vez de un modo distinto, incluso atada y amordazada. Duval aprovechó también para reclamar los derechos de propiedad pélvica del meneo de Shakira, aunque reconociendo que «es bonito que la sangre se regenere». E importante que llegue al cerebro.