martes, 5 de agosto de 2014

El suelto


Jordi Pujol

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Ahora que otro amigo (autónomo, también en el sentido kantiano) se va al fondo con la piedra de la presión fiscal atada al cuello, me acuerdo del suelto periodístico que tanto impresionó aquel íntimo amigo de Steiner, el eximio Donald McKinnon, que en las reuniones de profesores, en cuanto le venía el aburrimiento, se metía debajo de la mesa y mordía en las canillas a los más pesados.

    En el suelto de “Le Monde” se decía que el general Jacques Massu, jefe de los paracaidistas en Argel, donde autorizó la tortura, se había desnudado y se había hecho atar un cable eléctrico en el sexo, y por espacio de tres horas hizo que sus hombres lo torturaran, y cuando concluyó la sesión declaró:

    –Las quejas de las víctimas son exageradas. Fue muy desagradable, pero soportable.
    
Steiner cuenta que McKinnon leyó el suelto y entró con toga a una sala abarrotada: explicó a los alumnos que, ante eso, no podía seguir enseñando a Kant y su ética, y que iban a dedicar el resto del curso a examinar las implicaciones del mal absoluto en Massu.
    
En la España de Jordi Pujol, por nombrar al personaje de la partidocracia que acapara todos los sueltos del momento, muchos autónomos (también en el sentido kantiano) acaban en la ruina asfixiados por el fisco, que no da abasto para el sostenimiento de diecisiete Estados con hambre federal, es decir, cada uno con su “razón de Estado”, aquel invento del renacimiento florentino para legitimar en los salones la política como máquina de hacer dinero.

    Pero aquí al arruinado no le queda ni el consuelo de saber que los políticos peritos en extracciones saben (por haberlo probado en sus carnes) lo que duele (“exposo tot això amb molt de dolor”) una extracción.

    Jordi Pujol no es Jacques Massu, que voluntariamente se hubiera prestado (¡por probar!) a pagar las tasas (“desagradables, pero soportables”) de una herencia.

    –Lamentablement no es va trobar mai el moment adient per a regularitzar aquesta herència.

    Desde 1980.

Jacques Massu