viernes, 24 de mayo de 2024

La repartija

Gonzalón en la Urss de Breznev



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Al obsceno espectáculo de la repartija de votos por el antidemocrático sistema proporcional, sus beneficiarios lo llaman “aritmética”, ciencia para la que Marx, al que paralizaban sus errores de cálculo, reconocía no estar dotado.


Del sistema proporcional circula por ahí un video de Fernando Suárez (“Testigo presencial”, tituló sus memorias), desaparecido hace unos días, admitiendo que en el 76 lo ideal hubiera sido el sistema mayoritario inglés, con distritos unipersonales y elección del diputado de distrito, pero las fuerzas vivas se asustaron: si ganaban los franquistas, “que hubieran ganado”, la izquierda quedaba excluida; y si ganaba la izquierda, era la Revolución. Optaron por el sistema proporcional… ¡únicamente para aquellas elecciones!, impropiamente llamadas constituyentes. Así que en el 77 salió lo que salió, y ahí permanece, inamovible, con los jefes de los partidos, no los ciudadanos, eligiendo diputados que nada tienen que ver con un Parlamento. ¿Por qué?


En diciembre del 77, Gonzalón, de viaje “otansí/otannó” con Guerra y Boyer por la Urss de Breznev, donde sólo fueron recibidos por Suslov, telefoneó al bar donde se cocía la Constitución secreta de España para exigir el sistema proporcional, que, a cambio, los socialistas, mandaderos de los alemanes, renunciarían a enredar con la República.


El sistema proporcional es la base del Estado de Partidos, un invento alemán que en 2011, valiéndose de un partido liberal ful en Londres, la UE de frau Merkel quiso colocarles a los ingleses, que lo rechazaron en referéndum. Y es que así como detrás de los goles del Real Madrid siempre está Vinicius, detrás de las martingalas de la política está siempre un liberalio, cuya psicología nos describe magníficamente Santayana: el hombre es un animal gregario, más aún en su mente que en su cuerpo.


Le puede gustar dar un paseo a solas, pero odia quedarse solo en sus opiniones. Y es tan imitador que cree que lo que más desea hacer es lo que ve que otros hacen. Por esto, si desaparece la organización obligatoria, toman su lugar a la vez miles de organizaciones privadas y libres.


Chafarrinón liberalio de andar por casa: desaparecido el franquismo, toman su lugar los partidejos “privados y libres”.


Las organizaciones privadas, prosigue el filósofo, son entrometidas; si no pueden imponerse por la fuerza, se introducen por la propaganda. En una sociedad así, el hombre encuentra su vida supervisada, su conciencia intimidada y su bolsillo agotado. Con cualquiera que se encuentre le informa de un nuevo deber.


–Incluso donde puede votar, su voto está muy lejos de ser decisivo. Al elegir gobierno, igual que al escoger mujer, sólo están disponibles dos o tres candidatos, de modo que el modesto privilegio del hombre libre es declarar con ilusión cuál quiere y, entonces, aguantarse con el que consigue.


Liberalio es (Bloy/Jünger) salir corriendo en busca del abogado mientras tu madre está siendo violada.


[Viernes, 17 de Mayo]