Robert F. Kennedy
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Al margen de las votaciones españolas, que sólo suponen un reajuste en el Cuerpo Nacional de Tertulianos, hay que hablar del “speech” sobre la libertad de expresión con que el otro día Robert F. Kennedy escandalizó, “como la salud en un hospital”, al Congreso de la única democracia representativa que hemos visto (hoy, “triste, solitaria y final”, dicho con melancolía a lo Oswaldo Soriano).
Tom Wolfe presumía de vivir en un país único porque permitió representaciones públicas de “MacBird” con Lyndon Jhonson en la Casa Blanca. Era una sátira de Barbara Garson, con Stacy Keach en el papel de MacBird, sobre el asesinato de JFK: como Macbeth mata a Duncan y era derrotado por Macduff, MacBird mata a John Ken O’Dunc y es derrotado por Robert Ken O’Dunc.
–La gente solía preguntarme: “¿Realmente crees que Johnson mató a Kennedy?” –contó Garson al “Post” en 2006–. Y yo solía decirle a la gente: “Si lo hizo, es el menor de sus crímenes”.
Ahora, un innominado cabestro del partido demócrata, Gerry Connolly, en defensa de “la censura gubernamental”, trató, con sus conmilitones, de impedir hablar a Kennedy, a quien acusó de “estar trayendo vergüenza a su apellido”, por decir lo que había dicho. ¿Qué dijo?
–La censura es la antítesis de nuestro partido. Fue espantoso para mi padre, para mi tío… La libertad de expresión es la base de la democracia. Nos diferencia de todas las formas anteriores de gobierno. Necesitamos poder hablar. Y la Primera Enmienda no fue escrita para hablar de lo que gusta. Fue escrita para el discurso por el que a nadie le gustas.
Y dijo más. Dijo que la censura es el comienzo del totalitarismo. Que nunca ha habido un momento en la historia en el que miremos hacia atrás y los tipos que censuraban eran los buenos. Que todos crecimos leyendo a Koestler, a Huxley, a Orwell, que decían lo mismo: una vez que comienzas a censurar, estás en camino al totalitarismo. Y por decir estas cosas, lo cancelaron en Youtube.
–Se supone que nosotros, los Estados Unidos, somos la democracia ejemplar, y la piedra angular de nuestro sistema es la libertad de expresión. Todas las demás libertades dependen de ella. Han tenido que acuñar un término, “desinformación”, para describir información que Facebook, Twitter y otros sitios de redes sociales entendieron que era cierta, pero que la Casa Blanca y otras agencias federales querían censurar de todos modos por razones políticas, porque desafiaba las ortodoxias oficiales…
“El Congreso no podrá hacer ninguna ley (…) limitando la libertad de expresión, ni de prensa”, reza la Primera Enmienda.
–Al igual que la fuerza de Internet reside en el caos, la de nuestra libertad también depende de él y de la desencadenada cacofonía de discursos que protege la Primera Enmienda –sentenció el mítico juez Dalzell para cargarse la “Ley de Decencia en las Comunicaciones” con que ya en el 96 los de siempre pretendían controlar la Red.
[Martes, 25 de Julio]