ABC AL PASO
Entre un toro y un tonto, al toro
DON TORCUATO LUCA DE TENA Y ÁLVAREZ-OSSORIO, TODAVÍA MEJOR EDITOR QUE PULITZER Y TODAVÍA MEJOR DIRECTOR QUE DELANE
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
América tiene a Joseph Pulitzer, Inglaterra tiene a John Delane (para Pulitzer, el mejor director de la historia del periodismo europeo) y España tiene a Torcuato Luca de Tena y Álvarez-Ossorio, Don Torcuato, todavía, en números redondos, mejor editor que Pulitzer y mejor director que Delane.
–Objetan los pejigueros –refunfuña Pulitzer– que un “hombre de prensa” nace, no se hace. Pero en esta república el único puesto que pueda ser cubierto por un hombre por el mero hecho de haber nacido es el de tonto.
Don Torcuato (en el meñique de su mano izquierda ve Azorín “una gruesa sortija de hierro con fúlgido diamante: fortaleza y claridad”) trae de su casa de Sevilla la vocación, y de un viaje a Alemania, la voz que le dice que venda lo que tiene y dé a los pobres, que en el ochocientos son los periodistas, a los que pone palacio (¡en la Castellana!), sueldo y berlina.
El periodismo del momento lo resume el cubano Escobar Laredo en la oreja de Bonafoux:
–Sería verdaderamente ridículo que los periodistas, que no tenemos qué comer, tuviéramos convicciones.
Periodistas, adorna Bonafoux, que no son sino sinvergüencillas que se aparecen en París, husmean y sablean, y vuelven a Madrid a echarla de “boulevardiers”, como aquél que, al salirle al paso en Sol un galgo, gritó a un guardia: “Sergent, sergent, sparé de muá ese perrit!”
–Aquí tienen ustedes un puesto para toda la vida…–dice Don Torcuato a sus periodistas al levantar nada menos que ABC, a cuya entrada coloca en azulejo el lema familiar: “De la prosperidad de Prensa Española dependen el bienestar y el porvenir de cuantos en ella trabajan”.
Dicho por Javier Bueno, muchos no han comprendido que “acababa de nacer el periodismo moderno en España”. ¡El periodismo independiente de las cuadras políticas!
De una tertulia bohemia sale “Blanco y Negro”, rentable desde el principio, y de “Blanco y Negro”, el “ABC” que trae el periodismo moderno, que en España carece de lectores: hay que crearlos (“perdí hasta ochocientas mil pesetas”, le confiesa al Caballero Audaz, en entrevista al pie de la Koëning-Bauer, el guante Varadé del ABC), y ésa será la audacia mayor del monárquico (“con mi criterio, no con el criterio del Rey”) y liberal (liberal de Canalejas) Don Torcuato, creador del lector de ABC, que a su vez crea el escritor de ABC, de los que luego se beneficiará “El Sol” de Urgoiti y los Ortega, que en el 17, al salir, se encuentran con que su España culta lee (y escribe) en el silabario periodístico de Don Torcuato, cuya revolución cultural, a lomos de un milagro industrial, tiene por guía un trampantojo taurino: “Si ves venir hacia ti un toro y un tonto, ¡vete al toro!...”
–No poner excelencias, cruces, senador vitalicio, etcétera…–reza la nota autógrafa de su esquela, que sólo dice: “Periodista”
–Objetan los pejigueros –refunfuña Pulitzer– que un “hombre de prensa” nace, no se hace. Pero en esta república el único puesto que pueda ser cubierto por un hombre por el mero hecho de haber nacido es el de tonto.
Don Torcuato (en el meñique de su mano izquierda ve Azorín “una gruesa sortija de hierro con fúlgido diamante: fortaleza y claridad”) trae de su casa de Sevilla la vocación, y de un viaje a Alemania, la voz que le dice que venda lo que tiene y dé a los pobres, que en el ochocientos son los periodistas, a los que pone palacio (¡en la Castellana!), sueldo y berlina.
El periodismo del momento lo resume el cubano Escobar Laredo en la oreja de Bonafoux:
–Sería verdaderamente ridículo que los periodistas, que no tenemos qué comer, tuviéramos convicciones.
Periodistas, adorna Bonafoux, que no son sino sinvergüencillas que se aparecen en París, husmean y sablean, y vuelven a Madrid a echarla de “boulevardiers”, como aquél que, al salirle al paso en Sol un galgo, gritó a un guardia: “Sergent, sergent, sparé de muá ese perrit!”
–Aquí tienen ustedes un puesto para toda la vida…–dice Don Torcuato a sus periodistas al levantar nada menos que ABC, a cuya entrada coloca en azulejo el lema familiar: “De la prosperidad de Prensa Española dependen el bienestar y el porvenir de cuantos en ella trabajan”.
Dicho por Javier Bueno, muchos no han comprendido que “acababa de nacer el periodismo moderno en España”. ¡El periodismo independiente de las cuadras políticas!
De una tertulia bohemia sale “Blanco y Negro”, rentable desde el principio, y de “Blanco y Negro”, el “ABC” que trae el periodismo moderno, que en España carece de lectores: hay que crearlos (“perdí hasta ochocientas mil pesetas”, le confiesa al Caballero Audaz, en entrevista al pie de la Koëning-Bauer, el guante Varadé del ABC), y ésa será la audacia mayor del monárquico (“con mi criterio, no con el criterio del Rey”) y liberal (liberal de Canalejas) Don Torcuato, creador del lector de ABC, que a su vez crea el escritor de ABC, de los que luego se beneficiará “El Sol” de Urgoiti y los Ortega, que en el 17, al salir, se encuentran con que su España culta lee (y escribe) en el silabario periodístico de Don Torcuato, cuya revolución cultural, a lomos de un milagro industrial, tiene por guía un trampantojo taurino: “Si ves venir hacia ti un toro y un tonto, ¡vete al toro!...”
–No poner excelencias, cruces, senador vitalicio, etcétera…–reza la nota autógrafa de su esquela, que sólo dice: “Periodista”
[Verano de 2020]